AMOR POR CONTRATO

CAPÍTULO 21

POV LIAM

La licencia matrimonial pendía sobre mi cabeza como una guillotina, pero Emily me aseguró durante todo el día que lo tenía controlado: después de la ceremonia, cuando posamos para algunas fotos, durante el sencillo y abundante almuerzo que su mamá había preparado para la familia, y después, cuando se repartieron los postres.

No había una tarta de boda alta y adornada, porque a ninguno de los dos nos gustaban especialmente las tartas, pero no pude evitar mirar a Emily y fijarme en las tartas de manzana que había en las largas mesas de fuera. También había donas, pero en lugar de conseguirme una de ellas, le pregunté a Sheila si podía servir el primer trozo de tarta.

Cortó un trozo grande y me dio el plato con un brillo en los ojos.

―Si le das un mordisco a eso antes de que ella lo haga, puede que no sobrevivas a tu primera noche como recién casado.

―No me atrevería ―le dije seriamente.

Emily estaba sentada al final de la mesa, charlando amigablemente con Josie mientras Micah empujaba a Olive en el columpio que había detrás de la casa. Resultaba extraño ver a esas dos mujeres tan diferentes y que desempeñaban dos papeles tan importantes en mi vida conectando con tanta facilidad.

Josie siempre había sido reservada y, entre las dos, no cabía duda de que Olive tenía una personalidad retraída.

Cuando me acerqué con la tarta de manzana, Emily dijo algo que hizo reír a Josie, el tipo de risa que nunca había oído de ella: feliz y sonora.

Josie me llamó la atención y puso una mano sobre la de Emily.

―La amo ―proclamó.

No había respuesta fácil porque apenas podía decir: Yo también la amo. Me salvé de conjurar algo cuando mi flamante esposa vio la tarta de manzana.

―Oh, eres el mejor marido del mundo ―exclamó.

Dejé el plato delante de ella y le pasé la mano por la espalda mientras tomaba asiento. Ella se inclinó hacia mí y, como me pareció lo correcto, le di un beso en la cabeza.

Josie observó todo el intercambio con una suavidad en los ojos.

―Me alegro mucho de verte con alguien, Liam. ―Inclinó la cabeza hacia el columpio―. Creo que también será buena para Olive.

Emily se tapó la boca mientras intentaba tragar el bocado de tarta, con los ojos muy abiertos ante el fácil cumplido.

―Gracias ―dijo, con la voz apagada por la comida.

Me reí por lo bajo.

Josie compartió una mirada con Micah y asintió.

―Creo que nos iremos pronto, pero no sé cómo agradecerte que nos hayas invitado. Tu familia es increíble ―dijo efusivamente. Respiró lentamente y se inclinó para hablar en voz baja―. Sé que todo lo de tu papá puede haber hecho que esto ocurriera antes de lo planeado, pero realmente me ha ayudado a sentirme mejor sobre irme con Micah.

Emily y yo intercambiamos una mirada y, por debajo de la mesa, deslizó su mano sobre mi pierna. El suave roce hizo que se me erizara el vello de la nuca porque no era algo que nadie pudiera ver, y aquella silenciosa muestra de apoyo a la luz de cuántas emociones pesadas se habían vivido ese día fue casi más de lo que podía soportar.

―Quiero que seas feliz, Josie ―le dije―. Tú y Micah van a pasar un año increíble en Londres, y sabes que cuidaremos mucho de Olive mientras no estén.

―Lo sé ―admitió―. Y sé que podrías haberlo hecho por tu cuenta. ―Hizo una pausa, sacudiendo la cabeza―. Todavía es difícil dejarla, pero pienso eso incluso cuando la dejo para el fin de semana.

―A mí también me cuesta ―le dije.

Josie y yo compartimos una sonrisa.

Emily dio otro mordisco a su tarta y sus ojos se abrieron de par en par cuando el pastor se acercó a nuestra mesa. El hombre parecía tener cerca de noventa años y, en un momento de la ceremonia, ni siquiera estaba seguro de que recordara mi nombre. Pero conocía a la familia Anderson desde hacía treinta años y Emily insistió en que celebrara la ceremonia.

―Emily, Liam ―dijo―. Debo irme pronto. ¿Nos encargamos de la firma de la licencia?

Se me cayó el estómago a los pies, pero Emily asintió, con una sonrisa fácil dibujándose en su rostro.

―Claro. Voy a buscar a Cameron para que sea testigo. Nos vemos dentro de la casa en cinco minutos.

Sus pobladas cejas grises se alzaron.

―Oh, ¿no quieres encargarte aquí mismo?

Sacudió la cabeza.

―No me gustaría que se manche de comida o que alguien la derramara algo encima. Vayamos adentro donde está tranquilo.

Era buena. Ni un respingo en su cara.

Era aterrador e impresionante a partes iguales.

Se dirigió hacia la casa, con la carpeta que contenía la licencia en la mano arrugada. Emily me sostuvo la mirada durante un momento cargado y luego rompió la conexión.

―¿Vamos? ―preguntó.

Asentí, aún luchando contra esa sensación de desequilibrio que sentía cada vez que surgía el tema de la licencia. Para los dos era importante que el matrimonio no fuera legal. Que pudiéramos simplemente no presentarlo ante el estado, y que no hubiera necesidad de pasar por un divorcio o una anulación después de que Josie regresara de Londres.

Les diríamos a nuestras familias que no había funcionado, pero nos deseábamos mucha suerte y nunca se enterarían.

Siempre y cuando pudiéramos conseguir la maldita cosa del Pastor Bill.

Me quedé atrás mientras Emily interrumpía una partida de herraduras entre los hombres Anderson. Erik y Parker se peleaban a gritos por las reglas y las trampas y por dar los puntos correctos -lo que no era de extrañar, dado que eran los dos atletas profesionales del grupo- y Cameron se reía con su papá mientras Tim se sentaba en una silla.

Emily tocó el brazo de Cameron y le dijo algo al oído. Me dirigió una breve mirada ilegible y luego asintió a su hermano.

El hermano que sabía la verdad, pensé, mientras caminaba hacia mí con la mano extendida.

Cameron me recordaba mucho a Parker: alto y musculoso, con el cabello desgreñado de color castaño dorado y rasgos severos.

―Felicidades ―me dijo, agarrándome la mano lo más fuerte posible sin llegar a romperme ningún hueso.

Puede que no sea el liniero defensivo al que me enfrenté en el campo, pero la naturaleza del trabajo manual de toda su vida significaba que Cameron Anderson seguía siendo una auténtica bestia.

―Gracias por tu ayuda ―le dije.