Holland tamborillea sus dedos mientras que va en el asiento trasero de la camioneta, observando cómo los dos guardias la vigilan constantemente de reojo por el espejo retrovisor. Se siente completamente ofendida, dado a que no es una chiquilla y no va a salir escapandose en el medio de la ruta. Admite que el paisaje es completamente encantador, y digno de admirar, pero ni siquiera se puede dar el trabajo de hacerlo dado a el mal humor que la llegada de los guardias a su hogar le generó. Lo más irónico es que solía disfrutar muchísimo del paisaje que debía de tomar para ir hacia el castillo de sus padres usualmente, por eso mismo si fuera otra la situación estaría ahora con una sonrisa bastante melancólica en su rostro observando todo a su alrededor. Es tanta la impotencia y el enojo qu