Prólogo.
Inglaterra, Reino Unido, año 1832, siglo XIX.
Miro al cielo, ¿cómo se sentiría ser gobernante del imperio de mi familia?, me pregunto si cuando crezca conoceré a una bella doncella con la cual unir mi vida y gobernar el reino que mi padre me cederá cuando cumpla la mayoría de edad, sonrío de lado negando con la cabeza, eso es algo lejano, todavía me falta más de una década y debería encontrar a mi túa cantante para poder sentirme completo.
— ¡Alexander!, ¡Alexander!
Escucho su grito llamándome, confundido, sacudo mi cabeza para volver a la realidad, salto desde el árbol cayendo con las piernas un poco flexionadas para no golpear mi cuerpo, veo a mi pequeña hermana de siete años corriendo hacia mí.
— Aranza, ¿qué sucede?, ¿por qué vienes corriendo?
— ¡Hermano…! Ellos nos están atacando.
Dice con lágrimas mojando sus mejillas, se tira a mis brazos para refugiarse.
— ¿Quién?, ¿Quiénes atacan?
— Los hombres malos.
Solloza, miro a todos lados sin dejar de abrazarla, escucho gritos, llantos y explosiones, alejo a Aranza para acunar sus mejillas en mis manos, ella sorbe por la nariz y sus ojitos se encienden en color rojo.
— Calma, Aranza, respira, respira.
Le digo con voz suave (aunque, por dentro esté tan asustado como ella) para que deje de mostrar sus ojos rojos. Cuando nos alteramos, nuestro instinto vampírico sale a flote volviendo rojo nuestros ojos, lo demás, es moverse con rapidez y dependiendo del sentimiento que predomine en ti, o matas todo lo que se mueve o destruyes cosas.
Debemos calmarla.
Me habla mi interior, a pesar de tener solo doce años puedo escuchar esa parte de mí hablándome, mis padres me han dicho que es algo normal, soy un vampiro nacido y mis padres son los reyes encargados de gobernar el imperio vampírico en las profundidades del bosque, pero, teniendo participación cerca de un pueblo que está bajo nuestro poder a cambio de comida y agua.
— Ellos, pelean con papá.
Dice mi hermana, esto no está bien, si alguien nos está atacando antes del amanecer han de ser los cazadores, esos tipos creen que nosotros solo somos humanos sin vida que consumimos sangre humana por diversión, bueno, los vampiros adultos, porque nosotros los_niños podemos sobrevivir con los alimentos normales.
— Ven, vamos a escondernos, cuando papá gane, nos buscará.
Le digo para tranquilizarla, ella asiente con la cabeza, camino escondiéndome por los arbustos del jardín para rodear el castillo en el cual vivimos, veo la sangrienta batalla que se está llevando a cabo, con el nudo en la garganta y el miedo a flote, decido entrar por el pasadizo que mis padres me enseñaron, debo llegar al despacho de mi padre, entrar por la puerta escondida y dejar a mi hermana allí para ir a ayudar en lo que pueda mis padres.
— Ay…
Grita Aranza, giro a ver qué la detiene y veo a un cazador estirándole del cabello, con enojo me voy encima de él logrando que mi hermana zafe de su agarre, pero, ahora me toma del brazo.
— Ah, maldito_vampiro, ustedes son unos_demonios, merecen morir.
Dice con asco, me muevo bruscamente intentando salir de su agarre, en eso, Aranza, se mueve con rapidez y muerde la mano del cazador para que me suelte, cuando afloja su agarre en mí, le doy una patada en las piernas, a pesar de ser un_niño, mi fuerza es un poco superior y creo que logro fracturarle el hueso.
— ¡Corre, Aranza, corre!
Grito aprovechando que este señor esté en el suelo, ella va primero, incluso la empujo un poco para ir más rápido, logramos entrar al despacho de mi padre, busco el pasadizo secreto y abre hacia unos túneles, dejo entrar a Aranza.
— Avanza.
— ¿Por qué no vienes, hermano?
— Aranza, camina hasta la salida del túnel, yo iré por ti, pero…
— No, no me dejes sola hermano, mamá dijo que ibas a cuidarme.
Me interrumpe con sus ojos llenos de lágrimas, trago en seco, debo cuidar de mi hermana, pero, también quiero ayudar a mis padres, yo he entrenado muchas veces con ellos, sin embargo, antes de que responda, la puerta del despacho se abre y giro rápidamente poniéndome en posición de ataque.
— Alexander, Aranza, gracias al cielo.
Dice mi madre, corre a abrazarnos, le correspondo sintiendo su beso en mi cabeza, está muy sucia.
— Mamá…
— No hay tiempo, vamos, hay que correr.
Interrumpe a Aranza, nos da leves empujones para entrar al pasadizo.
— Madre…
— Clarisse, anda, corre, no tenemos tiempo, debes llevártelos.
Dice mi padre entrando al despacho, su ropa está hecha trizas, sucio, con golpes y heridas, corro hacia él.
— Padre, ¿qué te ha ocurrido?
— Alexander, entra por el pasadizo.
Ordena, me muestra sus colmillos y ojos rojos, retrocedo para entrar al pasadizo, mi madre corre llevando de la mano a mi hermana, yo las sigo como puedo y giro cada cuando para notar que mi padre también viene, pasan unos minutos que seguimos corriendo hasta que llegamos al final del túnel, a lo profundo del bosque.
— Clarisse, vayan con Atenea, ella… ella podrá…
— Felipe…
Dice mi madre corriendo a verlo, mi padre cae al suelo, aprieto mi mandíbula cuando él deja de respirar y mi madre llora sintiendo un dolor fuerte en el pecho, mi padre… ha muerto.
— Papá.
Musita Aranza llorando, mi madre solloza aferrándose al cuerpo de mi padre y yo solo dejo caer una lágrima porque ahora se supone que estoy a cargo.
Debemos irnos, los cazadores están cerca.
— Madre…
— Alexander, debes llevar a tu hermana junto a la bruja Atenea, ella…
— No, madre, tú tienes que venir con nosotros, es lo que mi padre querría.
La interrumpo con enojo, ella me ve con tristeza, forma una línea fina con los labios, pero, asiente con la cabeza, besa la frente de mi padre y se levanta a duras penas tocándose el pecho.
— Vamos, no tenemos mucho tiempo.
Dice mi madre con la voz entrecortada.
Hace tiempo, mi padre me dijo que perder a una amada dolía mucho, como si hicieran un agujero en tu pecho con algo caliente, quema, duele y arde, tanto que, incluso podrías morir con tu pareja, antes no lo entendía, pero, ahora, noto que mi madre va perdiendo fuerzas conforme avanzamos por el bosque hasta que llegamos a una casita de madera y una señora nos ve.
— Atenea…
— Clarisse, por Dios, ven.
Interrumpe la señora, ayuda a mi madre a entrar a la casa. Durante muchas horas, la señora se encierra con mi madre, escucho el grito de dolor de esta última, yo me enfoco en sentarme y abrazar a Aranza, ella llora llamando a mi mamá hasta que la señora anciana sale de la habitación.
— Ella quiere verlos.
— ¿Mi mamá está bien?
Pregunta Aranza con sus ojos lagrimosos, la señora traga en seco, posa su mirada en mí, a mí no me puede engañar, esa mirada no es nada bueno.
— Ella quiere verlos.
Repite, desviando su mirada de la mía, junto con mi hermana entramos a la habitación, mi madre extiende una mano hacia nosotros, está acostada, una cobija la cubre por completo, pero, igual parece sudar y temblar.
— Hi…hijos, ne…necesito despedirme.
Dice temblando, Aranza va a acostarse junto a ella para abrazarla y yo tomo asiento a un lado de ella.
— Mamá, ¿cuándo nos iremos de aquí?
— Tienen que ser fuertes… ambos…
— Madre, ¿qué sucede?
Pregunto tomando su mano entre las mías, ella deja caer una lágrima, traga en seco.
Debemos ser fuertes, Alexander.
— Alexander, tu padre y yo… sabíamos que esto sucedería.
— Mamá…
— Aranza, hija, pon atención también, que tú y Alexander tienen una gran misión desde ahora.
Dice mi madre casi susurrando, dejo caer mi lágrima silenciosamente, seco la mejilla para no entristecer a mi madre y Aranza solo asiente con la cabeza sin entender lo que está por suceder.
— Sí, mamá, te escucharé.
— Hijos… Atenea es una bruja, ella… los cuidará, les dará todo lo necesario, pero… ustedes, deben prometer algo y cumplirlo hasta que sea tiempo.
— ¿Qué es lo que debemos cumplir?
— Alexander…
— Dime, madre, ¿qué trato es ese?
Interrumpo un poco impaciente, ella traga saliva antes de dar un ligero apretón a mi mano, yo correspondo el apretón bajando a dejar un beso al dorso de la suya.
— Tu padre y yo, estábamos teniéndote a ti, pero, un cazador llegó a herirte siendo un bebé y no queríamos perderte.
Dice sollozando, trago el nudo en mi garganta, esto no está pasando.
— Atenea era mi amiga, te salvó de morir y tuve que prometer que tú serías un protector, uno destinado a su linaje.
— ¿Qué? Madre, no entiendo, ¿qué quieres decir?
Pregunto con confusión, ella sorbe por la nariz mientras sigue acariciando la cabeza de Aranza que parece quedarse dormida de a poco.
— Alexander, tú estás destinado a proteger el linaje de Atenea hasta encontrar a tu túa cantante… a tu Alma gemela… hijo… lamento haber atado tu destino, pero, no iba a perderte después de tenerte entre mis brazos.
Dice llorando, trago el nudo de mi garganta dejando caer mis lágrimas, veo todo borroso, tengo la suficiente edad para saber a lo que se refiere, mi madre me ha condenado a ser el sirviente de esta señora y toda su descendencia, pero, no todo estaba dicho.
— Madre, ¿y si no cumplo?
— Morirás tú y tu hermana. Alexander, por favor, prométeme que cumplirás con lo que Atenea te…
Tose escupiendo sangre, me seco las mejillas para levantarme con rapidez, sacar un pañuelo de la bolsa de mis pantalones y ayudarla a limpiarse.
— No hables más, estás empeorando, madre.
— Hijo…
— No, no vas a dejarnos como lo hizo padre.
— Alex… hijo, yo no aguantaré, mi alma gemela ha muerto.
Dice con dolor, niego con la cabeza, no quiero aceptar que mi madre también me va a dejar, no, no puede ser, miro a mi hermana quien duerme ajena a todo, luego a la puerta que se abre dejando entrar a la señora.
— Clarisse…
— Atenea, por favor, cuida de mis hijos.
— Lo haré.
Dice la señora, mi madre me mira a mí, sus ojos son suplicantes, eleva su mano para posarla en mi mejilla.
— Alexander…
— Madre, no puedes dejarnos.
— Alexander… por favor… promételo.
Suplica, con el dolor en mi pecho, asiento con la cabeza, miro a mi hermana, ella no puede morir por mi culpa, luego miro a la señora antes de mirar a mi madre de nuevo.
— Lo juro madre, cumpliré con el trato que se ha pactado, no te avergonzaré y juro cuidar de mi hermana, hasta el final de mis días.
— Gra…gracias, te amo a ti y a Aranza.
Susurra dejando caer su mano de mi mejilla y cerrando sus ojos, lloro, me permito llorar por la pérdida de mis padres, acaricio el cabello de Aranza, mi pequeña hermana, ella es lo único que me mantiene firme y por la que lucharé.
— Se ha ido.
— Señora, dígame lo que debo hacer.
Respondo sin dejar de ver a mi madre, la señora se acerca a posar su mano en mi hombro.
— Calma, Alexander, primero lo primero, luego te explicaré, pero, ahora llora_niño, llora por tus padres, no es malo llorar. Yo estaré afuera para cuando sea el momento de hablar.
Dice con suavidad, luego sale de la habitación, me acuesto junto a mi madre para llorar, en medio de mis sollozos despierta Aranza y al entender mi llanto, ella solloza con más fuerzas llamando a nuestra madre, pidiéndole que regrese.
Esto es un antes y un después enorme en mi vida, ayer, era un_niño con una familia feliz, con la esperanza de tomar el lugar de mi padre dentro de unos años más, encontrar a una posible esposa y ser un buen gobernante, pero, ahora, lo he perdido todo, solo me queda mi hermana menor y debo comenzar de nuevo cumpliendo con el pacto hasta encontrar a…Mi Alma.
¡Hola de nuevo!
Aquí les dejo un poco del pasado de Alex, para ir entendiendo mejor su vida, les recuerdo que esta no es la continuación de #VASM, #BEL, #RQMA ni tampoco, de #MAAD, pero, sí puede llegar a contener información acerca de esos personajes en el transcurso de la historia.
Les invito a seguir leyendo esta hermosa historia del vampiro más querido por todas.