Un regreso forzado
Paris, noviembre de 1875
Lily
¿Quién diría que tendría que volver a EEUU? Muchas veces soñé volver para ver a John, atesoraba cada instante de mi corta vida junto a él, por lo mismo los primeros años de mi estadía en el internado fueron difíciles, porque lloraba desconsolada por la distancia que existía entre nosotros, pero transcurrió el tiempo y decidí que debía continuar con mi vida, olvidar esta fijación que tenía con John, aunque la verdad no he logrado olvidarlo, a pesar de que para él siempre fui solo la hija de su mejor amigo, alguien que tenía la obligación de cuidar por cumplir una promesa que hizo, incluso recuerdo aquel día que creí que todo cambiaría entre nosotros.
Siete años antes 1868
New York
Hoy es un día importante para mí porque seré presentada en sociedad al haber cumplido quince años de edad, habrá una fiesta para celebrar mi día, aunque lo mejor de todo será contar con la presencia de John, lástima que no puedo decidir cuál de estos vestidos me luce mejor, porque hoy tengo que deslumbrarlo, demostrarle que no sigo siendo la niña a la que cuidaba, soy una mujer y lo que más deseo es que me mire de esa forma, no me basta con tener la atención de todos los muchachos de mi edad porque para mí no hay otro hombre que no sea John Mckeson, sería una ciega si no lo viera, es buen mozo, una mirada que enamora con esos ojos grises, la sonrisa que me derrite, unas cejas gruesas, el cabello n***o, tez blanca y con 1.80 cm de altura, además de ser un caballero, claro que es un poco mayor que mí, para ser exacta son 18 años de diferencia entre nosotros, pero no me importa, porque me trata como una princesa, no cómo los imbéciles que andan atrás mío que no saben tratar a una mujer, aunque me hubiera gustado que en esta fecha tan importante estuviera mi padre conmigo, pero no es posible y me duele porque todavía me parece escucharlo cantando con su voz desafinada, hablándome de su tierra natal, su querida Irlanda y da rabia la decisión que tomó, ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué nos dejó? Por más que quiera retroceder el tiempo no puedo, solo seguir adelante cómo lo hubiera querido mi padre.
En fin, terminé de elegir un vestido de seda color rojo escarlata con bordados filos dorados de encajes teniendo los hombros descubiertos, en realidad con este vestido seré la envidia de todas las mujeres, mientras me miro en el espejo moviéndome de un lado a otro hasta que me interrumpe la voz de mi madre al entrar en mi habitación.
–Lily te ves preciosa con ese vestido, al parecer mi pequeña se está convirtiendo en una damita– me asegura.
–Madre soy una mujer ¿Puedes tratarme como tal? Basta de decirme pequeña.
–Para mí eres mi pequeña sin importar la edad que tengas, además estoy segura que tú padre también te lo diría, ¿De acuerdo?
–¡Mi padre! Lo extraño muchísimo y daría lo que fuera para que este aquí ahora conmigo– le aseguro con melancolía.
–Lily no eres la única porque a mí también me sigue doliendo su partida, ni siquiera tengo idea lo que hubiera hecho si no tuviera a John ayudándonos, le debemos tanto, incluso nuestra vida porque pudimos escapar de todo ese infierno de la guerra civil– me explica con sus ojos cristalizados.
–Madre nada de lágrimas, no llores al menos por hoy, ¿Puede ser?
–Bajemos Lily que te esperan los invitados– me propone.
Bajamos por la escalera ante la atenta mirada de los invitados mientras mi mirada se centra en buscar a John hasta que se acerca a darme la mano para bajar los dos últimos escalones.
–Mi pequeña Lily, estás preciosa con ese vestido, te ves tan diferente, porque ahora no usas esa ropa de muchacho que a veces te pones, por eso ahora puedo decir que estás hecha una damita– me asegura mientras me sonríe.
–¡John! No te burles de mí, ¿Puedes hacerlo?
–Elizabeth debes estar orgullosa de haber podido domar a esta pequeña, porque ahora sí parece una dama– explica John.
–Amigo si no fuera por tú ayuda sería una rebelde Lily, menos mal que te escucha– dice mi madre.
–Ambos exageran, mejor ¿Por qué no iniciamos el baile? John ¿Bailas conmigo?
–Lily no es necesario que lo hagas, puedes bailar con cualquier muchacho de tu edad, por mí no te preocupes– me asegura John.
–¡John! No me hagas rogarte, baila conmigo– le pido.
–Me disculpas Elizabeth, voy a bailar con tu hija porque no me perdonará si no lo hago– dice John mientras me acompaña.
En verdad me parece un sueño estar bailando con John mientras el resto de parejas también lo hacen hasta que se detiene la música y soy felicitada por cada invitado presente en tanto no faltan los halagos de los imbéciles que se me insinúan, aunque yo solo me pierdo viendo a John a lo lejos hasta que una mujer se acerca para tomarlo del brazo, en ese preciso instante él le da un corto beso sintiendo que acaba de desgarrarse mi corazón por lo que ven mis ojos, no aguanto más abandonando el salón para ir hasta el jardín donde lloro cómo una tonta por el dolor que siento hasta que soy alcanzada por mi madre.
–Lily ¿Por qué dejaste la fiesta? ¿Por qué lloras?
–Madre ¿No lo ves? John esta con una mujer, ¿Por qué la trajo? – digo furiosa entre lágrimas.
–Lily no le puedo prohibir a John que tenga una vida, él está en su derecho de tener una relación con quien quiera, él es solo nuestro amigo….
–John no tenía derecho de hacernos esto, ¿Por qué lo hizo?
–Lily ¿Te interesa John? Debes olvidarte de él porque tiene la edad para ser tú padre, además tú eres demasiado joven para saber lo que es el amor, apenas tienes quince años.
–¡Lo amo madre! Para mí no hay otro hombre que no sea él– le afirmo.
–Hija lo olvidarás y yo me encargaré de que lo hagas, mañana mismo buscare un internado para que puedas tener una mejor educación, está decidido.
–Madre yo no me pienso ir de New York, no me puedes obligar hacerlo.
–Vas a viajar a Europa así tenga que llevarte arrastras al barco, ¿Te quedo claro?
Para mi mal mi madre hizo lo que dijo, al día siguiente salimos en el primer barco hacia Paris donde apenas llegamos buscó el mejor internado para señoritas y desde ese día no volví a ver a John, aunque él no se olvidó de mi escribiendo al menos una carta al mes, yo siempre esperaba emocionada todas sus cartas hasta que entendí que solo me estaba haciendo daño porque para él nunca seré más que la niña que cuidaba como su hija, además ahora no puedo romper el compromiso que tengo con Jean Paul por algo incierto.
Ahora estoy sin saber que esperar cuando llegue a New York, la verdad me aterra perder el control de mi vida al volver a ver a John, pero lo bueno es que Jean Paul está conmigo me grita mi interior hasta que soy sacada de mi mundo por su voz.
–Lily ¿Estás bien? Cambiaste al recibir la carta de tu madre.
–Jean Paul la verdad es que debo volver a New York porque mi madre está enferma y debo tomar el control de las empresas.
–Lily todo lo que pueda hacer para ayudarte lo haré incluso si quieres que te acompañe en tu viaje.
–Jean Paul es que no sé si quiero volver a New York, ese es el problema.
–Lily debes dejar de vivir de los fantasmas del pasado, sé que tuviste una infancia difícil al pasar por una guerra, pero lo superaste y ahora eres otra mujer muy fuerte y decidida por más joven que seas todavía.
–Mi infancia fue marcada por la guerra civil, me quitó demasiadas cosas inclusive a mi padre, tal vez por eso me cuesta tanto enfrentar el pasado.
–Lily no quiero verte arrepentida por no haber viajado, además tú madre te necesita, recuerda que estoy contigo.
–Tienes razón es hora de volver a mi país, además debo continuar con el imperio de mi padre.