18. HOLA OTRA VEZ

1219 Words
CARLA/CATALINA Han pasado 3 semanas y falta a penas 1 mes para mi matrimonio. Pasé mis días encerrada, viendo únicamente la calle en eventos estrictamente necesarios como la visita al salón (con toda la seguridad del caso claro). Estamos en medio de una de las tantas cenas incómodas que tenemos. - Javier tuvo que viajar por negocios y no podrá acompañarnos – habla mi padre – pero volverá pasado mañana. - Qué emoción – hablo con fastidio. - Deja ese comportamiento, debes recordar que gracias a él estás viva y completa. - Viva quizás, completa lo dudo. Me quitaron mi libertad, mi poder de decidir y elegir – lo miro con rabia. - Tú te metiste en problemas, agradece que las consecuencias pudieron ser peores. - Me retiro – lanzo la servilleta sobre la mesa y me pongo de pie. - ¡No! – me grita – primero debes escuchar un par de cosas. - ¿Qué? – lo miro desafiante. - Pasado mañana habrá un evento, es necesaria nuestra presencia y creemos es perfecto para que se presenten con Javier representando a nuestro grupo. Pronto serán oficialmente una familia y él estará a cargo de una parte del mismo. - ¿En serio vas a darle mi lugar? - Tú te ganaste eso, aún puedes demostrarme lo contrario si empiezas a comportarte como debes. - ¿Algo más? ¿quieres probarte mi vestido también? – golpea la mesa frustrado, respira profundo y habla más calmado. - Sí, mañana vendrán mis nuevos socios, los Castillo – mi corazón da un brinco, el cual disimulo para que no lo noten. - Espero no causes problemas y me ayudes a que puedan integrarse al evento. Te conocen más a ti, estarán más cómodos y si todo sale bien, será un beneficio mutuo, ¿entendiste? - Sí. - Sí, ¿qué? - Sí señor – abandono el comedor, llego a mi habitación y me calmo a mí misma, mañana lo veré. ANTONIO Desde que se fue mis días volvieron a ser monótonos, cumpliendo con mis labores con la calma que habitualmente tenían mis días, sin esa dosis de felicidad, de torpezas, de rarezas que ella traía, sin más tardes de río. Juro que hasta el gallo la extraña, la esperaba para atacarla y se volvió algo silencio, a nadie más persigue, supongo sufrimos por la misma mujer. Esa que nos hacía enojar como nadie, pero volvía nuestros días más emocionantes. Me informan debo asistir a un evento, es necesaria mi presencia por temas de hacer conexiones, de generar confianza en mi trabajo. Debemos exponer nuestros productos, la forma de cultivo natural que tenemos, el beneficio a nuestra comunidad. La parte que odio de este acuerdo, mi mayor miedo y a la vez emoción, verla de nuevo, así sea distante, así no sea a mi lado. ¿Estará bien? ¿será feliz? ¿pensará en mí? Llega el día, nos hospedamos en el departamento que nuestros padres compraron por nosotros, éramos mi hermana y yo, pero por supuesto que Gina encontró la forma de acompañarnos, algo que no me molesta del todo al no disfrutar de estas reuniones. Insisto en conducir, pero los Domínguez manejan las cosas a su manera, enviándonos auto y chofer para trasladarnos a su hogar. El lugar es enorme, una mansión en todo el sentido de la palabra. Cruzamos un gran filtro de seguridad antes de llegar a la entrada principal, se nota toman muy enserio el cuidado de la familia, o quizás el que Carla, perdón, Catalina, no vuelva a escapar. Abren la puerta del vehículo y un mayordomo nos conduce por el lugar hasta nuestros anfitriones, definitivamente ella y yo pertenecemos a mundos diferentes. - Mira su piscina, es 4 veces más grande que la nuestra y tienen 2, ¿quién necesita 2 piscinas en su casa? – habla mi hermana. - Wow, realmente tienen muchísimo dinero – susurra Gina maravillada. - No puedo creer que ella pasó de aquí a trabajar como sirvienta en la hacienda – completa mi hermana. Las ignoro, ellas se dejarán cegar por los lujos, yo no. Me parece mejor mi vida en el campo siendo libre, que una jaula de oro en la ciudad. Pasamos un gran recibidor, un jardín interno, las piscinas y terminamos en una sala al aire libre donde se encuentra la familia. - Bienvenidos – saluda el señor Domínguez muy amable, estrechando nuestras manos – es un gusto tenerlos por acá. - Un placer devolverles su amabilidad cuando estuvimos de visita, siéntanse en su casa – completa su esposa, son educados y muy cálidos. - Hola, qué gusto recibirlos – Pablo también estrecha nuestras manos con una sincera sonrisa – estoy seguro disfrutarán el evento de mañana. - Buenas noches – escucho su voz y quedo paralizado, doy la vuelta para verla, se ve preciosa, en un mini vestido blanco que la hace lucir como un ángel, a pesar de su rostro serio. - Hija, ¿no vas a disculparte por bajar tan tarde? - Lamento bajar tan tarde, no quería estar aquí, pero me obligaron – sus padres la ven con reproche mientras su hermano sonríe. Iniciamos una charla muy amena debo admitir, entre negocios, lo que significa el evento y muchas recomendaciones de parte de ellos de cómo las relaciones públicas pueden ayudarnos a crecer más. Son gente buena, se nota, sin prejuicios o miedo a compartir su conocimiento, nada egoístas. Carla a duras penas habla, se limita a huir de mi mirada que la busca desesperadamente cada vez que puedo. Nos dirigimos al comedor exterior como le llaman, continuando con la conversación. - ¿Ustedes asistirán mañana? – pregunto. - No podemos, mi hija los acompañará con Javier, su prometido, en nuestra representación – siento un golpe, la veré con él. - Prometido obligatorio – aclara ella virando los ojos, siento una felicidad al escuchar esas palabras, OBLIGATORIO, eso ha dicho. Sigue siendo la misma y al parecer es verdad el que sus padres no pudiendo controlarla. - Hija, tus modales – la mira su madre con una sonrisa, disimulando su molestia por tremendo comentario. - Podrías comportante – su padre en cambio habla con seriedad. - Estás muy cambiada. Muy hermosa, elegante como tu madre – habla Gina buscando cambiar de tema y ganar la aprobación de los presentes. - Sigo siendo la misma que conociste en la hacienda, no debes darme cumplidos solo por mis padres – suelta sin más antes de llevarse un bocado a la boca, Pablo se aguanta la risa. - Carla… – su madre la regaña con menos disimulo. - ¿Qué? Es la verdad. Que ella antes no haya distinguido el costo de mi ropa por ser quien le sirva no es mi problema – bebe de su copa de vino. - Lo lamento si te dimos una mala impresión – mi hermana interviene. - Todos podemos equivocarnos, lo importante es el presente – Pablo sonriente mueve el tema nuevamente – y el presente es el evento de mañana. Yo también asistiré así que si necesitan apoyo cuenten conmigo y con C, ¿verdad bebecita? – la mira amoroso. Claro, bebecito – le regresa la mirada con una pequeña sonrisa, la primera de la noche, parece que hay alguien al que sí escucha después de todo.
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