2. NADA DULCE HOGAR

1265 Words
CARLA La luz hace imposible que siga durmiendo, cuando siento que alguien retira mis cobijas de golpe. Frunzo el ceño ante esa grosería, veo a mi alrededor y recuerdo donde estoy, no fue un sueño lo de anoche. - Son las 6 de la mañana, deberías estar lista y ayudando a Carmen. - ¿Usted es? - Marisol, parte del personal de esta hacienda. Me dijeron que habían llegado manos jóvenes para ayudar a Carmen con sus labores, pero viendo esas manos – pongo mis manos atrás de mí ocultándolas de su mirada inquisidora - qué ayuda podrías dar – resopla. - Oiga, no me juzgue. Está bien que no sé hacer las cosas, pero estoy dispuesta a aprender. - Te tocará, aquí todos trabajamos para comer, no serás la excepción, no te aprovecharás de la pobre Carmen. Así que ponte de pie, arréglate y en 10 minutos te quiero en la cocina, debemos servir el desayuno. Nuestras mañanas empiezan todos los días a las 5:30. - ¿5:30? – exclamo y ella rueda los ojos. - Tenía razón lo que dijo el señor, enviaron una niñita consentida de ciudad a educarse. No tengo tiempo que perder, así que ¿alguna duda? - ¿A qué lado giro la llave para que salga el agua caliente de la ducha? – se va sin responderme, ok, parece que no seré muy popular acá… Igual que en mi casa. Solo Dios sabe cómo logré encontrar la cocina donde ambas mujeres, junto a una chica casi de mi edad llamada Dominga, preparaban el desayuno. - Primero serviremos el desayuno en la mesa principal y luego comeremos con calma – mi despertadora habla. - No la molestes, debe estar cansada del viaje, déjala comer – me defiende mi Lupe 2.0 llamada Carmen, son tan parecidas. Cómo la extraño. - Tranquila, yo vine a aprender y eso haré. ¿Qué hago? – todas me ven con pesar. Nunca en mi vida había hervido agua, así que imaginen el desastre de intentar ayudar a cocinar en mi primer día. Lo que pude quemar, quemé, incluido un mantel y mi uniforme. Lo que pude picar mal, lo piqué, incluido mi dedo. Al final me enviaron a servir la mesa, algo que hice perfectamente, porque eso sí sé, ganando la mirada de aprobación de mi Lupe 2.0. Se sientan el limón agrio y su hermana, la limoncita (así los bauticé). Ah sido de familia esa mala cara. - Buenos días – saluda él. - Sírveme el jugo – habla ella. - ¿Por favor qué? – le corrige su hermano, me recuerda al mío. - Por favor sírveme jugo – responde de mala gana con cara de fastidio, lo hago con la mejor sonrisa. - Déjame adivinar, soñabas con casarte con un rico y que te saque de la miseria - habla nuevamente ella. - ¿Ah? – bueno, me digo a mí misma, tan mentira no es. - Tienes cara. Qué le pasa a esta atrevida, tengo ganas de lanzarle la jarra. Respira, respira, no puedes meterte en problemas OTRA VEZ, no puedes agregar intento de homicidio a tu historial… OTRA VEZ. - ¡Basta Valentina! – el limón agrio me defiende - no es correcto molestar a alguien cuando está cumpliendo con su trabajo, agradece que tienes comida en la mesa y manos que te ayudan a vivir una vida cómoda – empieza a caerme bien – aunque haga su trabajo bastante mal – yyyyyy volvimos al inicio. - Con permiso señores – me retiro con una sonrisa, necesito que hablen al menos bien de mí cuando esté ante el tribunal siendo juzgada por intento de homicidio con una jarra. Realizo cada labor lo mejor que puedo, ante la atenta mirada de mi nuevo jefe que me ve como juez y verdugo en cada error que cometo. Ya no quiero estar aquí, me lo repito todo el día. No es solo que nada me sale bien, son las malas caras de la mayoría de personas también. Al caer la noche me siento en un rincón a escuchar los grillos cantar cuando Dominga se acerca. - ¿Qué tal tu primer día? - Horrible – me sale un suspiro del alma. - No estás acostumbrada a este trabajo, ¿cierto? - No, y el que tus jefes no me quieran aquí no ayuda. - La señorita Valentina es difícil. - Y el señor es peor – abrazo mis rodillas. - El señor Antonio es buena persona. - Con ustedes quizás, a mí me odia. - No creo que te odie, le cuesta mucho conocer gente nueva. - Es bastante joven para comportarse así. - Le tocó duro, cuando sus papás murieron hace un par de años, de la noche a la mañana se hizo cargo de todo. Sin él, este lugar se hubiera destruido y todos nos quedaríamos sin trabajo – mira al infinito pensativa. - Vaya, con razón su carácter fuerte. - Además – me regresa a ver – no la pasó nada bien en la ciudad. - ¿Qué le pasó? – el chisme me llama. - Bueno, conoció a una chica… - Es hora de dormir – la voz de Marisol nos saca de la conversación Ambas nos ponemos de pie y nos dirigimos a nuestras habitaciones, ya tendré tiempo de conocer esa historia y el por qué de la mala cara de ese limón. Llega un nuevo día y con este una nueva oportunidad de hacer mi trabajo peor, esta vez me levanto temprano, porque si algo no soporto en esta vida es que me subestimen, yo fracasar por no intentarlo, no mi ciela y aquí tengo una misión que cumplir. Entro a la cocina con una sonrisa, después de intentar ayudar sin éxito en la preparación de los alimentos (porque esmerada sí, pero pésima cocinera también), voy a ordenar la mesa para que quede perfecta, me dicen que hay invitados, así que pongo todo mi empeño. Salgo a servir la comida y escucho los elogios. - Qué hermosa dejaron la mesa, parece de revista – habla una mujer muy guapa, alta, blanca, rubia (a la fuerza, pero rubia al fin), con ojos color miel. Yo sonrío orgullosa. - Sí, la nueva al menos sirve de algo – responde la limoncita. - Ah – Antonio quita la vista de su periódico y parece prestarle atención a la mesa – sí, se ve decente – continua con la lectura. - Siempre tan efusivo – entra un hombre que no conozco, es gordito, con ojos miel también y una sonrisa amable – buenos días con todos ¿listo para revisar números? Hola hermanita, veo que cada vez vienes más temprano – besa a la rubia – monstruo – sacude el cabello de la otra. - No molestes Nicolás – gruñe la limoncita – Gina vino a acompañarme al pueblo porque necesito comprar unas cosas, tú sabes, cosas de cuñadas – el hermano limón tose casi ahogándose con su café, el nuevo le palmea la espalda. - ¿Acaso no debe tu hermano ser quien le pida sea tu cuñada? Porque no parece ni enterado de su relación – el otro lo mira mal, bueno, un poco peor de lo que ve normalmente a todos. - Hermanito, Antonio y yo nos dimos un tiempo para pensar las cosas. - Hace como 10 años – los tres lo fulminan con la mirada. - Bueno, ya – interrumpe el gruñón – viniste a trabajar o andar en chismes. - Ambos – le sonríe su amigo. - Vamos al estudio, hay mucho por hacer.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD