Kane, que se había mantenido de pie en el umbral de la puerta, empezó a avanzar hacia nosotros a paso lento, pero los nervios me invadieron de inmediato al ver su expresión de su rostro. Decir que estaba furioso, era quedarme corta. Pero aquel temor me duró solo un par de segundos, porque para cuando lo tuve frente a mí recordé que quién debía estar molesta era yo, el alcohol y la distracción del momento no me había hecho olvidar su escenita con Stefani. —¿Qué ocurre aquí? —preguntó en tono serio, mirándome directamente a los ojos, pero antes de que yo pudiera abrir la boca, Carmichael habló por mí. —Fue una tontería, Kane; se le ha caído la tarjeta que le di... Intentando tomarla del suelo hemos chocado, es todo... Ambos estamos un poco ebrios ya. Kane tensó la mandíbula al punto que