Cuando regresé a casa ese día, me cambié de ropa rápidamente y empecé a acomodar el desorden que había dejado; pasaba la escoba por todo el lugar diciéndome que algún día lo lograría... tendría mi mansión en Hidden Hills, O Beverly Hills, Hollywood Hills... o cualquier barrio caro en cualquiera de las tantas colinas que les gustaba habitar a los ricos. El timbrar de mi teléfono me indicó la llegada de un correo electrónico y al revisarlo ví que se trataba de una nueva asignación para el siguiente artículo de mi columna, el tema esta vez llamó mi atención: Las diez mejores películas de Kane Parrish. Suspiré mientras leía las palabras de Anthony, mi editor, que me decía que en vista de los recientes sucesos y del revuelo que estaba causando mi relación con Kane... lo mejor sería aprovechar