Al final resultó que mi pánico fue un poco desproporcionado, a Kane y a mí nos habían reservado una suite, que era incluso más grande que mi pequeño apartamento estudio, cosa deprimente, pero beneficioso en ese sentido. El lugar tenía una sola cama, sí, pero en el salón había un gran sofá en el que él se ofreció a dormir cuando me vio a punto de sufrir un paro cardíaco al ver los pétalos de rosas y los cisnes de toalla besándose sobre el gigantesco y elegante colchón de sábanas blanca. Luego de que pasara el susto, y ya más tranquila de saber que no tendría que dormir con Kane respirándome en la nuca, pude relajarme un poco. Las chicas habían entrado una media hora después, mientras él y yo aún nos arreglábamos. Liz se había acercado a mí, para ayudarme con el cabello, cuando Kane, que h