No me quedó más que asentir lentamente luego de aquel intenso y un tanto ofensivo monólogo, por parte de mi representante, pero no era para nada inesperado, Liz siempre había sido así, jamás me había discriminado o se había burlado de mi inexperiencia, pero siempre me hablaba con la verdad… Y eso, aunque dolía, lo apreciaba.
Y muy desanimada comprendí que tenía razón, si fingir estar enamorada de Kane me ayudaría a mejorar mi fama, no podía darme el lujo de negarme, y tal y como habían dicho los mismos productores… No tenía demasiadas opciones. Eso era Hollywood, y las reglas moralistas que regían mi vida... me harían quedar en el olvido muy pronto.
Había leído chismes al respecto... Parejas que estaban juntas solo por la publicidad, se decía que todo era arreglado, pero aún así se leía sobre ello, se googleaba sus nombres... Al público le gustaba la polémica, sin importar cuál inverosímil fuese la noticia. Algunas veces el interés nacía y moría antes de crear suficiente notoriedad, pero en el mejor de los casos el éxito era rotundo.
«¿Y si algo así pasa con nosotros?», me encontré preguntándome a mí misma.
Empecé a vislumbrar todas las entrevistas y sesiones de fotos... El dinero no me vendría nada mal
—Bueno… ellos dijeron que habría beneficios —empecé a murmurar, sopesando realmente los aspectos positivos de todo aquello—. Y por lo que entendí me tomarían en cuenta para futuros proyectos.
—¡Eso es genial! Hay rumores de que sus guionistas están trabajando en una adaptación de “La letra escarlata”, no te vendría mal algo así. Tienes que conseguirlo, Jos.
—De acuerdo, supongo que… si hago un esfuerzo… Y es como dices, ¿no? No debo verlo todos los días, solo debo… soportarlo por...
Mi voz fue muriendo a medida que mi mente iba sacando a flote un hecho en el que ni Liz ni yo nos habíamos detenido a pensar… No era solo decisión mía, Kane debía aceptar también, y lo cierto era que él parecía mucho más reacio que yo a hacerlo.
—¿Cómo haremos que él acepte? —pregunté en voz baja, ya completamente desanimada, provocando que ella torciera la boca en una mueca... Comprendía muy bien mi punto.
—Pues ahí está mucho más jodida la cosa —murmuró, aún con la mueca.
Nos mantuvimos en silencio un rato, pensando en cómo hacer para convencerle... Él, a diferencia de mí, no necesitaba de eso, ya era bastante famoso y conseguía cuanto rol le viniera en gana obtener, así que... ¿Por qué se torturaría un año entero conmigo?
No supe cuántos minutos pasaron, pero luego ella empezó a agitar sus manos hacia mí, en claro gesto de desesperación.
—Maldita sea, ¡no tengo nada! Pero tienes que convencerlo, Jos… Pídele disculpas si es necesario, pero haz que acepte.
—¿Pedirle disculpas? —pregunté indignada—. Yo no tengo que pedirle disculpas a él por nada, ¡él es el cerdo engreído que debería pedírmelas a mí! Desde el primer momento me trató con una petulancia insoportable, y yo no…
—¡Tú no eres nadie! —exclamó ella exasperada, dejándome con la palabra en la boca—. Lo siento, Jos. De verdad, te amo, lo sabes… pero también sabes que no te miento nunca, justo ahora él lo tiene todo y tú no tienes nada, tienes qué ceder a sus demandas, mañana podrás mandarlo a la mierda, si quieres, pero hoy necesito que bajes la cabeza, y le des lo que quiera, ¿entiendes?
Resoplé, podía sentir mi cuerpo temblar de rabia, el hecho de que todo mi esfuerzo, todos los estudios, las horas de ensayos… todo lo que hice para llegar hasta ahí no valiera nada y aun así tuviera que suplicarle a Kane Parrish que me ayudara, era humillante, y tener que tragarme todo eso y empezar a caminar en su búsqueda, porque sabía que no tenía más opciones, era incluso peor.
Salí del salón y atravesé todo el corredor hasta llegar a la sala de espera, pensando que con algo de suerte no se habría ido, pero encontrarlo junto a Elsa, sentado en uno de los sofás en la recepción del piso, fue realmente sorpresivo.
—Te dije que vendrían —dijo Elsa hacia él con una sonrisa victoriosa.
Quise que la tierra se abriera en dos y me tragara, porque por lo visto ellos también sabían que yo no tenía más opción, que sin duda alguna terminaría aceptando, y que iría por él... Una completa desgracia.
—¿Podemos hablar? —pregunté mirando a Kane.
Él extendía sus brazos sobre el espaldar del sofá y me miraba con una sombra extraña en sus ojos, miró a Elsa por un segundo pero finalmente se levantó sin decir nada y se acercó a mí.
Nos alejamos un par de pasos de las chicas, adentrándonos un poco más hacia el corredor nuevamente y entonces fue momento de encararlo; respiré profundo y me giré hacia él que se había acercado demasiado, la sorpresa de tenerle a tan poca distancia en un espacio tan reducido, me abrumó y empecé a respirar con pesadez.
—Bien... Habla —pidió él, con impaciencia.
Sabía que era momento de hacerlo, pero justo en ese momento, mi cabeza solo podía pensar en una cosa... En lo bien que olía, y las pocas ganas que tenía de dar un paso atrás.
Siempre había odiado que pese a toda la repulsión que sentía hacia él, mi cuerpo siguiera reaccionando de aquella forma a su cercanía; era en extremo bochornoso, aunque al menos me quedaba el haberlo sabido ocultar todo ese tiempo; pero una parte de mí se empezó a preguntar cómo podría mantener eso a raya ahora que debíamos estar tan juntos.
Miré su cuello, que por alguna inexplicable razón era la parte de su anatomía que más atractiva me parecía, y me encontré a mí misma pensando en cómo se sentiría hundir mi rostro ahí y maravillarme con aquel exquisito y masculino olor que de seguro provenía del mismísimo infierno para arrastrar a las mujeres al pecado.
Pero recordándome a mí misma que mi religiosa familia, desde muy niña me había enseñado a reconocer y huirle a las tentaciones... Sacudí mi cabeza y me humedecí los labios, que se habían secado ante mis escandalosos pensamientos, aquello era trabajo y nunca sería más que eso.
—Creo que no hay de otra, ¿no? —dije finalmente, como en respuesta a mis pensamientos, pero tan pronto como las palabras salieron de mi boca, Kane soltó una carcajada seca que hizo temblar todo en mí—. ¿Qué pasa? ¿Por qué ríes?
—¿Esa estrategia de mierda fue idea tuya o de Liz? ¿Con eso pretendes convencerme? ¿“No tenemos de otra”? —comentó con un burlón acento que pretendía ser el mío, pero recordando las palabras de Liz, me mordí la lengua y respondí lo más calmadamente que pude.
—Wright dijo que…
—Lo que diga Wright me tiene sin cuidado. Si nunca más vuelvo a trabajar con él, aún tengo muchos otros directores solicitando mi participación en sus proyectos… Yo no arriesgo nada al decir que no, sampaguita. Tú en cambio… Sin mí, empezarás a hundirte y quieres que yo te ayude a no naufragar,¿no es cierto?
Me tensé y quise mandarlo al demonio, pero tal y como él decía... lo necesitaba.
—De acuerdo, tienes razón, no tengo opción, si rechazo esto estaré hundida y lo sabes, ¿qué ganas con hacerme eso? ¿Tanto me odias? ¿No puedes ser profesional? Esto es solo un trabajo más… Y sé que no te hace falta, pero ganar algunos miles de dólares más tampoco es que te haga daño, ¿o sí? Liz dice que esto puede ser muy lucrativo para ambos.
—Sí, Elsa también lo cree —respondió con una mueca de hastío.
—¿Ves? ¿Por qué poner trabas entonces?
Lo miré apremiante, bastante esfuerzo hacia con suplicarle, pero tener que esperar horas por su respuesta, estaba al límite de mi tolerancia, podía sentir la hiel en mis labios, pero debía resistir… Lo necesitaba, por mucho que lo odiara.
—Bueno, Jos....Aceptaré con una condición. —Sonreí al comienzo, pero no tuve tiempo de disfrutarlo.
—¿Qué condición?
—Estarás en deuda conmigo. —Sonrió al ver mi cara y suspiró antes de dar su explicación—. Me deberás un favor, y cuando yo decida cobrártelo… No podrás decirme que no.
—¿Qué clase de favor? —pregunté con suspicacia, y él, con una mirada cargada de intenciones, vio directo a mis labios... Encendiendo todas mis alarmas.
—No pienso tener s3xo contigo, Kane —dije de inmediato, provocando que una nueva carcajada brotara de él.
—Aclaremos algo, florecita... Yo jamás he tenido que chantajear a nadie para que se acueste conmigo. Si eso pasara en este caso... Será porque tú así lo quieres.
—Descuida, este no será el caso. Solo dime de una buena vez qué es lo que quieres —respondí con indiferencia, pues en realidad, tener su mirada clavada en mis labios estaba empezando a ponerme nerviosa... y ansiosa.
—Lo sabrás cuando tengas que saberlo —se limitó a decir, encogiéndose de hombros.
Era un hecho que me tenía en sus manos, todos lo hacían, yo parecía no ser más que una marioneta, pero necesitaba de ellos… necesitaba de él, así que con miedo, vergüenza y rabia, tuve que alzar mi mano hacia él, indicándole que teníamos un trato.
—Bienvenida a bordo, florecita —me dijo con una sonrisa endemoniada.
Kane tramaba algo, lo supe en ese instante, pero no podía hacer nada... también sabía que era mi único salvavidas de momento, y con ese en mente, empecé a temer que fuese pero la cura que la enfermedad, pero en ese momento no llegué a entender cuán ciertas eran mis preocupaciones.