—¿Un beso? —pregunté un tanto alarmada. —Sí, nos vendría de maravilla justo ahora. Ellos sacan sus fotos, las venden por unos buenos cientos de dólares, nos dan publicidad gratis, y nosotros nos ahorramos el tener que hacer declaraciones… Mañana, cuando todo esté ardiendo, solo publicas tus fotos con un emoji de guiño y estamos listos. —Utilizas muchos emojis para ser un adulto macho alfa, lomo plateado, ¿no te lo habían dicho? —Y tú envías escandalosos stickers animados, nada propios de la casta cristiana que dices ser… Pero yo no te juzgo por ello —contraatacó él, arqueando una ceja. —Touché. —Me mordí el labio y miré nuevamente hacia los paparazzis, que seguían apuntando sus lentes hacia nosotros. —No los mires, todo es mejor cuando de verdad creen que no los vemos. Giré mi cabeza