El pelo de Ana había pasado de un castaño claro a un rubio seta o más bien conocido como blonde. Tony le había hecho un fabuloso corte en capa, deshaciéndose de todo el cabello de sus puntas que estaba excesivamente maltratado. Le había dado el toque final con unas suaves ondas y un flequillo de lado que enmarcaba su rostro. Depiló sus cejas y le dio algunos consejos de cómo peinarse para favorecer más su rostro. Cuando Tony le extendió el espejo a Ana, esta casi lo deja caer de la sorpresa. Hacían muchos años que no veía la mujer que era antes, antes de todo, antes de estar en las calles, casi no reconocía su rostro, el cual ahora estaba bañado en lágrimas al encontrarse bella y con un atisbo de esperanza en la mirada, no un simple cambio de cabello, sino por todo lo que estaba pasando