Era un nuevo secreto que todos habían sabido guardar demasiado bien. Era increíble que mientras ella estuvo tan lejos todos habían tratado de buscar respuestas. Aún más desconcertante Era lo que habían descubierto. Sus padres no eran lo que ella creía, Brandon no era el asesino que ella creía. Sus amigas Fiorella y Támara no eran lo que ella juraba que eran. Todo estaba demasiado turbio y aún tenía una verdad que comprobar. Si resultaba que comprobaba sus sospechas no comprendía como sucedió.
Fue a ver que estaba haciendo su hija y la vio en el jardín leyendo con Brandon. Lo había notado demasiado enojado al salir y su hija lograba en él lo que nadie podría. Decidió que si su hija estaba entretenida ella podría abrir sus sobres tranquila.
-Acá estabas, hija. ¿Qué hacen?- trató de sacar tema y demostrar que no iba a interferir por esta vez.
Brandon sospechó que una nueva discusión estaba en puerta, pero no quizo alejar a la niña hasta que su madre actuará. El estaba recostado de costado, con su codo doblado y su mano le servia de apoyo para mantener su rostro erguido mirando el libro que Noemí estaba tratando de leer y su otra mano recorria las largas ondas de su cabello. La niña a su vez, había tomado su abdomen de respaldo, sentada en posición de indio mientras Brandon le ayudaba con las letras que no comprendía. Cada tanto giraba su rostro para mirarlo con una sonrisa de agradecimiento.
-Estamos leyendo mami. Brandon me ayuda con las letras que me cuestan.
-Esta bien hermosa, los dejo para que sigan leyendo mientras subo a bañarme.
Brandon no creía lo que escuchaba. Definitivamente trataba de manipularlo para que estuviera de acuerdo en que se quedara. Pero nada estaba más lejos de la realidad. La joven los dejó ahí solos asique no iba a desaprovechar la oportunidad de compartir un momento con la adorable Noemí.
Alessandra subió a su habitación y trabó la puerta tras ella. Primero tomó el sobre con los resultados. Al extraerlo recorrió los numeros que en sí no le daban ninguna pista. Al final de la página encontró lo que menos esperó. 99% de posibilidad. La única forma que eso podía suceder era si fuera el hermano de David, pensó para si misma. No podía creerlo. Dio varias vueltas tratando se asimilar lo que había visto. Se acercó a la ventana donde podía ver a su hija y Brandon, aun leyendo tranquilamente. Desde la distancia podía ver la sonrisa que el le dedicaba cada cierto tiempo. Podían ser familia si los resultados estaban correctos.
Luego de meditarlo tomó el sobre mas grande que le dejó su tío y sacó la hoja para leerla. No eran extensas líneas, pero conociéndolo como se jactaba de conocerlo, solo podía asegurar que aquellas palabras iban a cambiarle la vida, como la habia estado cambiando desde que volvió.
'Mi hermosa Alessandra. Esa niña que la vida nunca quizo darnos a mi amada Lucerito y a mí. No hay nadie a quien ame más que a ti y puedo asegurarte que si mi esposa te hubiese conocido estaría tan encantada como yo. Tal vez nunca estas de acuerdo en cómo actué, el dejar de cuidarme y hacerme los tratamientos cuando me enteré de mi enfermedad hace poco más de un año. En mi corazón sabía que lo único que te haría regresar era saber que me estaba muriendo y así fue- Alessandra se secaba las lágrimas que caían como torrentes por su rostro- 'Tu felicidad no está en México y todos lo sabemos. Ahora sabes la verdad de todo lo que pasó y sabes que mi querido amigo no tuvo nada que ver. Lo que aún no sabes, pero podría jurar que sospechas, es que si tuvo que ver en algo más. Algo que te cambió la vida para siempre. Antes de dejar este mundo quiero que sepas que pude averiguar todo lo que pasó en esos días que viniste de visita y te lo dejé la evidencia en un video. Se supone que Brandon también lo vió pero no estoy seguro por como actúa.' -Tomó el otro sobre y lo sacudió. ¿Lo que había allí dentro le iba a cambiar tanto la vida como prometía su tío?- ' Ahí vas a encontrar la evidencia de que tu lugar en el mundo es esta casa. Puedo dar fe de que él nunca te olvidó como yo tampoco lo haré. Sabrás hacer lo correcto, pequeña. Con mucho amor, por siempre tuyo, Tito.'
Tomó a prisa el otro sobre y sacó un pendrive que no demoró en colocar en la computadora. El sistema demoró en cargar las imágenes, pero lo primero que apareció la sorprendió. Eran cámaras del Bar.