Darien largó una carcajada que asombró a los comensales.
-Siempre ha sido mi amigo. ¿De qué te asombras? -le preguntó.
Los demás los miraban aguantando la risa, menos Noemi que no entendía lo que pasaba.
-¿Con el abogado Madeiro? - se asombró Aless.
-Si, Less. Darien, Brandon, el tito y yo siempre hemos sido amigos. -Las mejillas de la joven tomaron un tono carmesí- No te sonrojes ahora.
Las carcajadas de su hermano y su tío no se hicieron esperar. Brandon solo carraspeo, siendo demasiado consciente de lo que había pasado entre ellos en el pasado.
Tenía entendido que fueron solo besos, pero eso no alejaba que eran de su amigo con la chica con la que prometió casarse en su fiesta de quince.
-Me disculpó porque no sabía. Y ahora ¿has venido por el tío? -trato de cambiar la dirección de la charla.
-Un poco si y un poco no. -Le dijo mirándola directamente a los ojos. -Tenía que traer medicinas para tu tío, ver a estos desgraciados que son demasiado vagos para conducir hasta Piria y a hablar contigo. -aclaró-Especialmente a hablar contigo.
-Mi mami no tiene amigos acá. Solo tío Darien y el doctor. -interrumpió Noemí.
-¡Hija! -regañó por lo poco cortés que fue al dirigirse a un adulto su hija.
-No hay problema, Aless. -miró a la niña y le aclaró- solo vamos a hablar de cosas de adultos. No te preocupes.
Poco convencida, la niña se cruzó de brazos.
Esa era una expresión un tanto increíble como cómica para una niña tan pequeña, por lo que todos menos ella, explotaron en carcajadas.
El resto del desayuno pasó bastante ameno. Los últimos que quedaban en la mesa, revolviendo su comida con el tenedor, fueron la niña y Brandon.
-Ese señor gusta de mi mami y yo no quiero tener un papá.
Brandon la miró extrañado del modo en que se expresaba. La presencia de su amigo y abogado Mauricio Madeiro era tan necesaria como incómoda. Podía apreciar que no disimuló al mirar a su amada, ya que hasta la niña se dio cuenta de sus intenciones.
-Solo van a hablar de cosas del tito. Igualmente si a tu mamá también le gusta hay que aceptarlo- dijo más para él que para la pequeña.
- Solo tu puedes ser el novio de mi mamá porque eres lindo, pero ese señor no. - su tono y sus gestos arrigados demostraban poca conformidad.
-Ja ja ja. Vamos a leer un libro al tito mientras los adultos hablan, princesa. -trató de razonar Brandon.
Los dos se dirigieron a la sala con vista a la piscina, donde asiduamente se instalaba Javier a observar el paisaje.
-Siguen en la biblioteca esos tres. No se preocupe mijo que van a hablar de los negocios de Carlos y Josefina- comentó pretendiendo que relajará su semblante.
-Son adultos y pueden hacer lo que quieran- objeto de la boca para afuera.
El corazón de Brandon le decía que volvía a perder a su amor. Tenia que pensar con claridad. Sabía que ya no tenía oportunidad con Alessandra. Su confianza no existía por más que quisiera negarlo. El miedo al fracaso formaba parte de su personalidad y finalmente, tenía que alejarla para comenzar el plan de venganza.
Javier estaba cada vez mas parte del día dormido, con mayor dolor y menos tolerancia a los alimentos.
Como médico podía reconocer las señales que le indicaban que el tiempo se les hacía escaso para compartirlo. Como persona necesitaba un milagro que le devolviera la fe en Dios y la esperanza en los hombres. Nada estaba pasando como quería. Al menos intentaría hacer feliz al señor Carusso en sus últimos días.
Tomó un libro juvenil de aventuras, acomodó su sonda y su intravenosa, preparó un sofá con los peluches para Noemí y se dispuso a deleitarlos con la lectura de "Casamiento del sapo Ruperto."
Cuando lo vió quedarse dormido invitó a la pequeña a andar a caballo.
-Mami me dijo que tiene su propio caballo acá, ¿es verdad? -recordó la niña.
-Si, una yegua que tuvo un potrillo hace un par de meses. Si quieres lo hablamos con ti mamá y te lo regalamos.
-Si su mamá del potrillo es de mi mami, el bebé también, ¿o no?- su curiosidad no alcanzaba límites.
Brandon se preparó para una respuesta compleja, que sabía que si llegaba a su mamá, no sería muy bueno.
-Es mitad de tu mamá y mitad mio, porque su papá es mi caballo- le contestó.
-Algo a lo que nadie en esta casa pidió mi autorizacion- interrumpió Alessandra de brazos cruzados.