18. Recuerdos.

779 Words
-No me morí, si es lo que pretendías, Alessandra. - Le dirigió una mirada de ojos torcidos la joven. -No se de que hablas- se urgió a defenderse- igual no estamos en un lugar apropiado para hablar, Támara. Maria las miró con pena, recordando cuando eran buenas amigas y pasaban las tardes sentadas junto s su carro, estudiando. -No hay nada para hablar. Tu me mentiste y nada de lo que digas va a cambiar el pasado, Aless -Támara la miraba incrédula de que fuese tan caradura. -No se que crees, pero jamás te mentí. Te consideraba mi amiga. -Las amigas no se mienten ni se traicionan, Less. - ya comenzaba a exaltarse- Dijiste que nunca te meterías entre Bran y yo y no lo respetaste. Alessandra no creía lo que escuchaba. Ella jamás le dijo a Brandon lo que sentía porque sabía que su amiga Tami estaba enamorada de él y ahora ¿ella le decía que se había metido con él? ¿Sabía ella porque había huido? Seguramente no y pensaba aclararlo ese mismo día de ser necesario. -No se que crees que pasó, pero esto tenemos que hablarlo. -trató de disuadirla- Te invito a un café ahora o que nos visites en la finca cuando quieras. -Ahora no tengo tiempo de tomar café. Los pobres que éramos cuando te fuiste, lo seguimos siendo y tengo que trabajar. - la paneó de arriba a abajo con la mirada y agregó- Tal vez alguna vez tenga ganas de visitar a tito y pase por la finca. -¿Sabes lo que pasó a tito?- se preguntó en voz alta Aless. -Todos los que se ganaron su respeto y cariño saben lo que le pasa a tito. La única que lo ha abandonado has sido tu- contestó despectivamente a la vez que comenzaba a caminar hacia su trabajo. Maria le entregó a Aless su pancho con mayonesa, hongos, picante y papitas como siempre lo comía. -Solo una oportunidad para hablar te daré, pero yo sé lo que ví, Less- le gritaba Tami caminado de espaldas a medida que se alejaba. -No vio nada porque nada pasó- dijo en murmuro porque no lo iba a gritar. Su mente quedó revolucionada. -Los malos entendidos alrededor de Brandon son de no tener principio ni final- se dijo en su mente. -¿Esta bueno, mija? Lo hice como siempre. -intercedió sus pensamientos, Maria. -¡Oh! Si si. No han cambiado mis gustos y más ahora que viajé a México. ¿Sabía que allá se come muuuuy picante? -hizo el intento de aliviando la tensión del intercambio anterior. -Si señorita Less. jajaja Acá se ven muchos vídeos de las comidas callejeras de allá. - Le contestó entre carcajadas. Tal vez su señorita pensaba que vivían en una burbuja, pensó la vendedora. -Si, es verdad. Pero sus panchos son únicos, Maria. -No sea tan aduladora que se lo voy a cobrar igual, eh- bromeó la señora. - ¿Cómo está tito? -Con cuidados paliativos en la finca. Darien, mi hija Noemi, Brandon y yo lo estamos cuidando. Puede ir cuando quiera. Me avisa y la vengo a buscar-apresuró la invitación. -Ese muchacho parece la sombra del señor Carusso- se asombraba a la vez que sacudía la cabeza, Maria. -¿Mi hermano?- interrogó la joven. -No, no. El doctorcito. -aclaró. Las ideas iban y venían. Según su hermano y su panchera, Bran siempre estaba al tanto de su tío. ¿Qué tan enajenada estaba que no lo había notado? ¿Su odio era más grande que se capacidad de ver? Considerando los nuevos acontecimientos aún quedaban charlas pendientes. Terminó su comida en silencio, se despidió luego de agendar el número de su amiga y marchó cargada rumbo a su auto. En el camino se cruzó con ex compañeros de estudios y los saludó cordial, pero distante. Al pasar por la plaza vio un grupo de adultos tomando mate y varias caras se le hicieron conocidas. ¿No eran esos los amigos de Brandon y Darien? Dos de los cuatro que habían la observaron al pasar y le sonrieron. Ella en cambio giró la cabeza, bajó la mirada y apresuró el paso. Se le había erizado la piel y despertado un temor en ella que jamás había tenido. Recordaba los momentos en lo que se juntaban todos los amigos de su hermano y todas las suyas en los bailes para divertirse. Ese grupo formaba parte y no sabía que la había echo reaccionar así. Tal vez el paso del tiempo. Tal vez darse cuenta que el pasado tomaba fuerza a medida que pasaban los días. O simplemente reconocer que nadie era como ella creía.
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