Cuando el taxi llegó, caí en cuenta que yo seguía sin dinero. No tenía dinero.
Corrí hacia la cocina y le pedía Luz que si me podía prestar algo de dinero y eso hizo.
Ahora, miraba hacia la puerta, sin poder dormir, dado el pequeño hotelucho en el que pude hospedarme con el poco dinero que Luz tenía para prestarme.
La puerta no era segura, no dejaban de caminar personas por los pasillos y escucharse voces, en su mayoría discusiones, fuertes discusiones entre hombres, parecían borrachos.
Logré cerrar los ojos y debido al cansancio, comencé a quedarme dormida, hasta que escuché unos sonidos extraños y desperté sobresaltada, sujetando contra mi pecho un zapato de tacón, para defenderme de lo que sea que entrara por esa puerta, pero cuando abrí los ojos, nadie quería entrar a mi habita
