Sofía regresó a su casa, agobiada. Sus padres no pararon de abrazarla y besarla durante todo el camino, ya que estaban muy preocupados por lo sucedido. - ¡No puedo creer que ese bandido haya intentado matar a nuestra dulce hijita! - ¡Quien orquesta estos ataques merece ser degollado! La joven estudiante se encerró en su cuarto apenas llegaron. Si bien estaba muy asustada, también se quedó maravillada al ver cómo esos muchachos dieron la piel para protegerla. Y lo que más le impactó fue que un príncipe y un plebeyo se llevaran bastante bien. - Tanto los burgueses como los plebeyos solemos ser desplazados por las familias de la nobleza y realeza – se dijo Sofía, mientras abrazaba su almohada – pero ese príncipe no tuvo problemas en ayudar a un plebeyo con su propia fuerza. Quizás en