Capítulo 07

1398 Words
—Oe weón, ¿no está muy caro este pasaje? —preguntó un chico delgado y alto como nadie en ese aeropuerto, usando una chaqueta de jean claro y una pulserita con el nombre de alguna banda poco reconocida. —Claro que no, parce —respondió el otro delante de él mostrándole los boletos de avión que acababa de comprar—, esto es lo que vale —dijo el chico de camiseta café. —Ay Colombia, perdón por arrastraste a esta locura —se disculpó Chile alcanzando uno de los boletos—, es que yo sé que aquí pasa algo raro. ¿Qué van a hacer esos locos en una casa? ¿pijamadas? No, no, no. —No es que no te quiera acompañar pero, ¿no pudiste llamar a otro huevón? —preguntó el colombiano dirigiéndose a una banca del aeropuerto con una expresión clara de querer irse rápido. —Es que Perú está ocupado y Brasil y yo no tenemos muy buena comunicación —explicó el chico de una estrella alzándose de hombros—. Sé que no quieres ver a tu hermano, pero... —No es mi hermano —interrumpió Colombia con voz firme. —Bueno, bueno, no son «hermanos» de sangre, pero se han tratado como tal toda la vida y... —Vine a acompañarte porque eres un buen amigo y además siento que necesito respirar de mi oficina —se apresuró a decir el colombiano cruzándose de brazos molesto—, si no descanso de tanto trabajo me voy a volver loco, así que voy a considerar este viaje como unas vacaciones —mostró una sonrisa aliviada. —Bueno... ONU dijo que ellos llamaron para decirle que se moverían a la casa blanca, ¿qué mejores vacaciones que ir a territorio estadounidense? —preguntó el chileno con buen ánimo—. ¿Por qué crees que ellos hayan querido salir de la casa en donde los dejó ONU? —Meh, a lo mejor fue USA —comenzó a decir Colombia—, los días que pasé con él no dejaba de quejarse de todo. Es un poco exigente. Hasta puedo escucharlo: «Uy no, yo no puedo dormir en esta pocilga, que bueno que ONU nos dejó movernos de acá» —imitó graciosamente con voz afeminada, se llevó una mano a la cintura y Chile no pudo evitar soltar una carcajada. ↠↞ —Uy no, yo no puedo dormir con una bomba, que bueno que ONU nos dejó movernos de aquí a mi casa —comentó Estado Unidos en medio de la sala de espera de aquella clínica y Alemania asintió de acuerdo. —Menos mal que contestó uno de sus teléfonos, estaba comenzando a entrar en pánico —dijo el ruso recostándose al respaldar de la silla en donde se encontraba. —¿Cuánto tarda sacarse una radiografía y ponerse un yeso? —preguntó el mexicano; hace ya un buen rato que Argentina había entrado para que le revisaran la muñeca rota y aún no salía. —Quién sabe —respondió Venezuela a un lado de él observando todo el color blanco que había en el lugar—, puede ser que ya esté saliendo. México no pudo evitar mostrarse cansado y bostezar con párpados caídos llevándose una mano a la boca; desde que salió de su hogar no había hecho más nada que pasar rabias, estrés e inquietudes. Sentía la necesidad de llegar a un lugar en donde pudiese finalmente estar en paz y dormir o jugar al GTA V. Simplemente relajarse o estar con la jodedera, lo cual le iba más a su personalidad a pesar de que muchas veces debía mostrarse serio. Rusia por otro lado se sentía sobrecargado. Como el más grande de ellos siempre solía sentir que cuando estaba en grupo debía llevar el control de las decisiones o responsabilizarse del bienestar de todos; lo cual no era cierto, porque no por ser el más grande llevaba control de nada. Aún así estaba cuestionándose si ya había perdido el hábito del liderazgo o si lo que realmente pasaba es que con USA allí ya no era la única 'potencia' presente. Alemania movía su pie a causa de la ansiedad que le estaba causando la espera; estaba inquieto sin duda, y no podía hacer nada para evitarlo. Él también tenía trabajo que hacer, porque por más pequeño que fuese también tenía sus problemas críticos (a pesar de que estos no eran escuchados a nivel mundial y/o se resolvían teóricamente rápido). USA se sentía excluido. Siempre era así. No se llevaba bien con ninguno de los presentes y con Argentina tampoco, no políticamente. Le daba un poco de tristeza no sentir que tenía un círculo amistoso real, amigos fuera del negocio, porque dentro del negocio los «amigos» le sobraban. Él era el tipo malo, ¿cierto? El hombre adinerado sin moral o sentimientos; así es como tenía que ser. Venezuela sentía que estaba perdiendo el tiempo y jugaba con sus manos pensativo a más no poder. Lo único que le pasaba por la mente era que mientras él estaba fuera de sus tierras fingiendo que no estaba delante del enemigo su gente estaba protestando o muriendo a mano de la guardia nacional (lo cual le tenía confundido). Hace mucho que él no tomaba las decisiones sobre su territorio, y comenzaba sentirse impotente. Casi siempre estaba nervioso y preocupado. Lo único que realmente quería en ese momento era un milagro. Pero el venezolano sabía que lo mejor que podía hacer en momentos como esos era reírse con la guachafa, así que le dio un codazo a México llamando su atención y le lanzó una miradita traviesa antes de susurrarle: —Epa, ¿no te habías puesto a pensar que vamos a entrar en la casa del gringo? —Ah su puta madre —balbuceó el mexicano formando una sonrisa pícara—. Le vamos a dar la vuelta a esa mierda, ¿verdad? —Claro marico, ¿con quién creéi' vos que estái' hablando? —preguntó Venezuela y ambos chicos chocaron los cinco y luego chocaron los puños. —Perdóneme usted —se disculpó México divertido fingiendo un acento francés—, ¿Qué tienes en mente? —preguntó. —Fijo que nos vamos a quedar a dormir ceca de su cuarto; le caemos a hielo cuando se vaya despertando y después le reventamos un huevo en la cabeza —dijo el venezolano achinando los ojos con maldad. USA que estaba sentado enfrente de ellos los miró con algo de miedo, podía observar como México y Venezuela le miraban fijamente de arriba abajo susurrándose entre ellos 'quién sabe qué cosa'. Notaba el veneno en sus ojos y como cada vez que decían algo sonreían o se carcajeaban con ganas. Ellos sabían que Estados Unidos los estaba viendo, y eso solo los alentaba a seguir viéndolo de manera aún más escalofriante. —Rusia... —llamó el norteamericano preocupado sin despegar la vista de los latinos. Al menos estos habían dejado de mirarlo, pero seguían susurrándose y estaba seguro de que estaban hablando de él. —Dime —dijo el chico de gorrito peludo muy concentrado en una revista del 2009. —Sé que no te agrado, tú tampoco me agradas, pero necesito preguntarte algo muy, muuuy importante... ¿por qué demonios te llevas bien con esta gente? —cuestionó USA muy seriamente. Rusia mostró confusión ante la pregunta y bajó la revista observando a los tres chicos que tenía frente a él: Venezuela y México riendo y Alemania leyendo una revista que al menos era del 2011 (qué suerte). —Oh, sé que Alemania puede ser extraño a veces, pero tiene su lado atractivo —respondió Rusia volviendo con tranquilidad a su lectura. —¡No estoy hablando de Alemania, tarado! —susurró alterado el estadounidense—, me refiero a esos latinos depravados. —Por favor USA, tú has hecho más cosas depravadas en una semana de las que ellos hacen en dos años. Deja de ser tan odioso y si vas a hablarme de estupideces mejor ni hablemos —dijo el ruso sin siquiera dirigirle la mirada. Estados Unidos se cruzó de brazos y fijó su vista en los latinos de nuevo con un pensamiento paranoico. Se concentró en lo que hacían y trató de escuchar lo que decían, cosa que no logró porque no tiene súper-poderes. Duró así por unos minutos hasta que Venezuela lo descubrió mirándole, cosa que le extraño al principio; así que por puro molestar este le sonrió, se mordió el labio inferior y luego le guiñó el ojo con mucha confianza. USA dio un pequeño respingo y abrió sus ojos espantado. Lo primero que se le pasó por la cabeza fue tomar una de las revista de la mesa y lanzársela a Rusia en la cara para que le prestara atención a lo que pasaba. —¡Agh! ¿Qué carajos pasa contigo? —preguntó el nórdico frunciendo el ceño enojado y de repente parecía que a USA le comió la lengua el gato. Por otro lado Venezuela había comenzado a carcajearse junto a México ambos quedándose sin aire mientras Alemania, quien también había visto lo que pasó, reía tratando de ocultar su sonrisa detrás de la revista.
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