Capítulo 08

1827 Words
Rusia lanzó una mirada incómoda a su alrededor y metió ambas manos en los bolsillos de sus jeans. No le gustaba estar en el asiento intermedio del avión, él quería estar en la ventanilla y poder observar todo además de ignorar a la azafata que trataba de venderle comida de mal gusto como carne seca, manís viejos y sándwiches resecos, puaj. Al menos le había tocado sentarse a un lado de Alemania y no de USA así como le pasó al pobre de México. Aquél latino con estereotipos de sobra incluso había empezado a hacerle señas a Argentina suplicándole que le cambiara el asiento; el argentino no hacía más que burlarse de él sacándole el dedo medio de su mano enyesada y dedicándole sonrisas divertidas. —Queridos pasajeros, despegaremos pronto, se les pide apagar todo aparato electrónico en 10 minutos. Gracias por su cooperación. —¿Qué es lo que tanto miras en tu celular? —le preguntó Rusia al alemán mientras intentaba asomarse por la ventanilla de su lado. El chico de gafas alzó la vista en su dirección para verle directo a los ojos y de repente con voz gruesa y mirada fría preguntó: —¿Realmente quieres saber? —¿Para qué te estaría preguntando si no quisiera saberlo? —cuestionó el ruso con voz dudosa a modo de respuesta. —De acuerdo, ahí lo tienes —dijo Alemania desinteresado aventándole el móvil que por suerte Rusia atajó a tiempo antes de que se le cayera a la alfombra del avión. El chico de ushanka miró el celular de su amigo de infancia y actual «ami-enemigo»; ¿realmente quería saber lo que tanto este veía en su teléfono? Porque justo en ese momento Rusia recordó que Alemania pasaba mucho tiempo con j***n. Alguien que tiene un chip de memoria con más de 18Gb no es de fiar. Pero que más daba, fuese lo que fuese daba igual. No es como si Rusia no hubiera visto fotos calientes o desnudos antes, ya no era un niño después de todo. Así que con mucha calma abrió la galería del celular de Alemania esperándose senos o... o dependiendo del gusto. Pudo ver tres carpetas, la primera se llamaba «Reisen», lo que él supo que significaba 'Viajes' en alemán. La segunda estaba llena de varias cosas, como una sopa revuelta de capturas de pantalla, memes, videos, y fotos de él mismo que ya había publicado en r************* . La tercera carpeta se llamaba «Ignoriere es mit Geduld», significaba 'Ignorar con paciencia', lo que le hizo fruncir el ceño confundido y aumentó su sentido de curiosidad en un 100%. Al entrar a la última carpeta, «Ignoriere es mit Geduld», inmediatamente se dio cuenta de que esta tenía muchas más fotos que las demás. 100, 250, 300, 470, casi 600 fotos... Todas de Polonia. Rusia se levantó de su asiento, le devolvió el celular a Alemania, caminó hasta dónde estaba México y USA, le dijo algo en el oído al mexicano convenciéndolo de levantarse, y finalmente con la mirada perdida en el infinito se sentó a un lado de Estados Unidos mientras México caminaba muy relajado a sentarse con Alemania. El norteamericano frunció el ceño y observó al ruso con desprecio preguntándose: «¿Por qué vino hasta aquí? ¿no podía sentarse en otro sitio?». —Existen cosas de las que uno prefiere no enterarse. El mundo está llenos de cosas tan ridículas pero malignas al mismo tiempo que a veces me preguntó por qué sigo siendo parte del mundo —murmuró Rusia. —¿Estás hablando de tu comunismo dictador disfrazado de socialismo? —preguntó USA llevándose un sándwich a la boca. —¿Ya vas a empezar? —el ruso le miró ofendido. —¿Para qué vienes a sentarte conmigo si sabes perfectamente que te voy a ametrallar con hechos? —cuestionó Estados Unidos ahorrándose una respuesta. —Es divertido. —Oh, maldita sea —USA rio por lo bajo. Ese hombre sí que tenía cojones para sentársele a un lado y tratarlo como si fuese basura—. Pff, rusos... siempre buscando que alguien los mate, ¿acaso es hereditario? —Vaya, ouch, qué golpe tan bajo —dijo Rusia llevándose una mano al pecho como si le doliera algo—. Ese fue un comentario muy ingenioso, lo admito. ¿Hereditario? Un clásico herir a otros recordando a los muertos. —Soy un amor, right? (¿cierto?) —dijo USA bebiendo una soda a través de una pajilla—. El punto es, Rusia, que llevo mucho más tiempo en vida que tú, sé cómo se juega en este 'mundo'. Yo comenzaría a tener más cuidado, no te confíes demasiado de tu estatus. —Lo que digas, perra. —¿Disculpa? —preguntó Estados Unidos bajando sus lentes de sol ofendido. —Oops, lo lamento, ¿debí decir «zorra»? ¿o es que acaso herí tu orgullo de soldado proveniente de la guerra fría? —Rusia mostró una sonrisa capaz de lastimar. Usa le miró por unos segundos y luego desvió la mirada soltando una fuerte carcajada. Hijo de perra —pensó aún entretenido; ciertamente las personas como Rusia le parecían... bastante interesantes. ↠↞ —Good afternoon, sir! (¡Buenas tardes, señor!) —saludó un fiel soldado estadounidense poniéndose 'firme'. —Rest, soldier (Descanse, soldado) —dijo USA devolviéndole el saludo con amabilidad. Ahí se encontraban el grupo de seis chicos: en el área de seguridad de una base aérea militar ubicada en Washington. Muchos de los que vigilaban el lugar habían recibido la noticia de que su jefe Estados Unidos volvía a casa de emergencia; extrañamente siendo un pasajero turista, pero a fin de cuentas lo que ponía a todos de buen humor era que USA estaba de vuelta en su tierras caminando entre ellos. —I come accompanied (Vengo acompañado) —informó el norteamericano de 50 estrellas—, they come behind me. I will go a second to sign my arrival record and return immediately (vienen detrás de mí. Iré un segundo a firmar mi registro de llegada y vuelvo inmediatamente) —le dijo a uno de sus soldados mientras se encaminaba hacia una oficina que aparentemente se encontraba vacía. —Yes, sir (Sí, señor) —respondió el hombre uniformado con los pies bien juntos y la postura correcta—. Excuse me (Disculpe) —comenzó a decir—, Two guys came in about twenty minutes ago, they said the UN sent them and they want to talk to you. We follow the security protocol and send them to the temporary detention room until your arrival to receive a direct order (Dos sujetos llegaron hace como veinte minutos, dijeron que ONU los envió y quieren hablar con usted. Seguimos el protocolo de seguridad y los enviamos a la habitación de detención temporal hasta su llegada para recibir una orden directa). USA se mostró pensativo por unos segundos y luego dijo: — Hmm, okay, I'll talk to them when I get back (Hmm, de acuerdo, hablaré con ellos cuando vuelva) —y finalmente entró a la oficina cerrando la puerta tras él. El dúo de guardias que estaba cerca de la entrada del lugar la vigilaron esperando las visitas que llegaban a territorio estadounidense. Se mantuvieron rectos como tabla de madera y observaron al primer hombre que atravesó la puerta sin mucha preocupación: un sujeto de poca estatura con lentes redondos y corbata formal roja, Alemania. El segundo fue uno de suéter arremangado a la altura de los codos, los cuales estaban cubiertos de gasa, además de un yeso en la mano que ya tenía dos firmas, Argentina. Cuando el tercer hombre pasó los guardias militares comenzaron a darse palmadas y golpes discretos el uno al otro: «¿Ese es...?» «No, ese no es» se susurraban entre ellos. Alguien tan alto que tuvo que bajar la cabeza para no chocar la frente con el marco, usando una camiseta a rayas blancas y celeste, con un gorro grisáceo más para nieve que para otra cosa, Rusia. Los guardias se miraron entre ellos con sospecha y se pusieron en alerta, ¿estaba bien que ese sujeto entrara a territorio norteamericano? Porque muchas veces habían escuchado a su jefe maldecirlo mientras golpeaba su escritorio con rabia. El cuarto chico pasó usando una camiseta vino-tinto y chaqueta verde oscuro (militar), pasó tan relajado que casi hasta pasa desapercibido, casi. Uno de los guardas pegó un sobresalto y no tardó en fruncir el ceño de manera amenazante para ponerle la mano en el pecho a Venezuela deteniéndole el paso. —Quieto ahí —dijo el hombre y el venezolano le miró confundido, ¿qué pasaba?—, ábrete de manos y piernas —le ordenaron. —Huh... ¿qué? —Venezuela se quedó estático sin entender nada. ¿Acaso había hecho algo malo? El guardia suspiró con algo de enojo y con su pie derecho le dio un leve golpe en el tobillo al venezolano obligándole a separar las piernas de una buena vez. —¡Ay, coñoesumadre...! —vociferó el chico de 8 estrellas malhumorado, luego alzó ambos brazos y el hombre uniformado comenzó a tantearle el cuerpo de arriba para abajo revisando si tenía algún objeto peligroso— ¡¿Esto es necesario?! —Puedes pasar. —¿Falta alguien? —preguntó otro de los militares. Y justo en ese instante se apareció el último de ellos usando una camiseta blanca y negra con un bolsillo de detalle, jeans azulados y mirada alegre, parecía llevar buen aire hasta que todos los guardias de la habitación pegaron un salto y abrieron los ojos alterados del susto. No fueron ni uno, ni dos golpes... tres golpes le dieron al mexicano desprevenido con la culata de un AK- a la altura del cuello y luego lo tumbaron al piso de manera brusca. —¡AGH! ¿QUÉ...? —México se llevó ambas manos a la cabeza buscando protegerse luego de caer de rodillas; no se esperaba un ataque tan repentino, mucho menos siendo un «invitado». —¡QUÉDATE DONDE ESTÁS, RATA ESCURRIDIZA! ¡TIENES PROHIBIDA LA ENTRADA! — WHAT s**t IS HAPPENING HERE OUTSIDE?! I'M ON THE PHONE! ( ¡¿QUÉ MIERDA ESTÁ PASANDO AQUÍ AFUERA?! ¡ESTOY AL TELEFONO!) —salió USA de la oficina y de la nada parecía tan enojado que hasta lanzó su celular contra el piso y este se quebró en pedazos—, ¡¿QUÉ ES ESTA MIERDA?! —comenzó a hablar de una manera que todos le entendieran y señaló al mexicano— ¿QUÉ-ES-ES-TO? El militar responsable tragó saliva. —¡ESTÁN TODOS SUSPENDIDOS! ¡NO QUIERO VER SUS PATÉTICAS CARAS HASTA LA SEMANA ENTRANTE! —chilló USA mientras México se levantaba adolorido y miraba detrás del gringo con curiosidad. —¿Chile? —preguntó el mexicano levantando una ceja. —No creo que este sea momento para aperitivos —opinó Rusia mientras observaba como el norteamericano seguía regañando a sus soldados. —No pendejo, que ahí está Chile —explicó el latino señalando detrás del grupo a un cristal y del otro lado de este se podía ver al chileno platicando con alguien más en otra habitación. A Argentina de repente le brillaron los ojos como a un cachorrito muy emocionado. Casi corre hasta la puerta para encontrarse con el otro, pero en vez de eso trató de disimular y caminó muy, muy rápido hacia donde estaba. Abrió la puerta de aquél cuarto e interrumpió la animada conversación que había dentro, cruzó la mirada con Chile por unos segundos hasta que reaccionó y le sonrió como si le acabase de pasar lo mejor del mundo. —¿Bebé? —preguntó el chileno y luego se entusiasmó al igual que su pareja— ¡Argeee! —extendió sus brazos felizmente. —¡Pelotudooo! —dijo el argentino abalanzándose sobre Chile dándole un gran abrazo cariñoso—, esto va a sonar muy gay, pero no sabes lo feliz que estoy de verte, chabón. —Yo también estoy feliz de... ¡¿te fracturaste la mano? —chilló el chileno alterado. Argentina lo tomó de las mejillas y comenzó a repartirle besitos por todos lados. Desde los cachetes, la frente, la nariz hasta que luego estampó sus labios contra los de él terminando por darle un beso cargado de dulzura. Colombia desvió la mirada con incomodidad; no sabía si salir de ahí o si seguir haciendo el papel de lámpara.
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