Capítulo 28

896 Words
La tarde se pasó desprevenida y con la llegada de la noche ya todo el grupo se sentía hastiado de tanto embrollo; había un loco suelto buscándolos con intenciones homicidas, ¿por qué hasta ahora no habían llamado a la policía en vez de esperar que ONU los salvase cual héroe? O aún más cuestionable: ¿qué les hacía creer que ONU no calificaba como sospechoso principal? Esta última pregunta no sólo se la hizo el grupo de países que ahora pasarían otra madrugada en casa del conocidísimo Estados Unidos de América, sino también alguien que pensaba profundamente que ONU no era una persona de fiar realmente. FBI calificaba a ONU como un «tarado aficionado» que constantemente ilusionaba a los países del mundo con salvarles la vida cuando la verdad era que tal cosa estaba fuera de su alcance. FBI incluso llegó a pensar que todas sus promesas no eran cumplidas porque a ONU le gusta demasiado tomar decisiones «precipitadas» y «fuera de contexto». Así que... con Ucrania y el bielorruso detrás de él, se acercó a la puerta principal de aquella bonita casa de dos pisos ubicada en Washington D.C. ¡Toc! ¡toc! ¡toc! —¿Quién chingados eees? —preguntó una voz masculina y atontada del otro lado de la puerta. —FBI, open the door (FBI, abra la puerta) —se identificó el sujeto uniformado. Luego de eso, se escuchó como alguien corría de un lado a otro como gacela descontrolada siendo perseguida por Canadá con un rifle de cacería. —¿Qué cara...? —FBI frunció el ceño confundido a la vez que el ucraniano se aferraba a su hombro derecho y Bielorrusia a su hombro izquierdo, ambos buscando protección de «la cosa» que se encontraba dentro. —¿Q-qué es eso? —preguntó Ucrania con voz temblorosa. —No lo sé... —balbuceó el bielorruso apretando el borde de su bufanda tejida. Mientras, del lado de adentro, estaba México entrando en pánico con una botella de cerveza en mano. ¡Oh no! ¡era FBI! ¡debía esconderse a sí mismo y esconder toda la mercancía! ¡y luego huiría! ¡huiría hacia el sur, directo a la frontera colombo-venezolana! Adoptaría un chihuahua y lo llamaría «Papi», como en la película rara esa que pasaban en Disney cada diez siglos. ¡Ay chihuahua! No había sido la intención de los chicos que se encontraban en la casa beber un poquito de más; de hecho, estaban todos muy tranquilos ahí dentro contando chistes y explicando rumores propios. Todo comenzó con una o dos botellas... y luego ONU les dio una buena dosis de estrés que les hizo pasar a siete u ocho cada 40 minutos. —COLOOOBIA —chilló el mexicano—. Ah, es verdad, yo ya no vendo cocaína —se dijo a sí mismo en voz alta—. ¡Hip! VENEEE. —¿Qué es la v***a? —se asomó el nombrado con las manos llenas de espuma; esto último, ya que USA le había dejado utilizar su lavadora para lavar la sangre de su chaqueta color verde oscuro (aunque estaba tan borracho que sólo terminó jugando con el jabón en polvo)... (E hizo un desastre total). —La que te cuelga —dijo México—. Oye, oye, carnalito, están tocando. Acompáñame aquí mismito. —Sisa —aceptó el venezolano cruzándose de brazos con curiosidad a la vez que el mexicano se aproximaba a la manilla de la puerta principal. Pero claro, no hizo mucha falta, pues justo en ese momento de tardanza, del lado de afuera de la casa FBI pateó la manilla de la puerta y la partió a tal punto que no quedó nada más que el agujero entre la madera. Qué mala costumbre la suya de estar destruyendo propiedades ajenas. —¡Aaah, un zombie! —gritó el venezolano frenético hasta que pudo ver como el sujeto uniformado abría la puerta con naturalidad—. ¡Fiú! No es un zombie. —¿Qué hacen ustedes dos aquí? —preguntó con semblante seria FBI—, ¿dónde está USA? —Está en la cocina jugando a las cartas con Argentina —respondió Venezuela alzando una ceja. —¿Argentina? —se sobresaltó el hombre armado—, ¿desde cuando ustedes se reúnen? ¿saben que es contra el reglamento que estén todos juntos en un estado capital?  Y el hecho de que no hayan dado un aviso previo es aún más preocupante. —¿Contra las reglas? —preguntó México tratando de concentrarse, pero sus últimas dos neuronas sobrias estaban bailando la macarena con mini-falda—. Disculpa, no entiendo, es que ONU nos ha mantenido a los seis juntos como por tres días. FBI abrió los ojos con sorpresa y luego se llevó ambas manos al rostro con fastidio. —Maldita sea, ONU... —dijo por lo bajo—. ¡¿Cómo que por tres días?! ¡eso es ilegal y él lo sabe! Sobre todo si el presidente de USA tiene conflictos con los suyos. El mexicano frunció el ceño; ¿cómo qué ilegal? ¿acaso nadie sabía que todos ellos estaban allí? ¿nadie estaba al tanto de el proyecto «compórtense como adultos» de ONU? Ahora tenía mas sentido el porqué ONU estaba tan desesperado por moverlos a una casa tan remota y alejada.  
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD