Capítulo 15

796 Words
—¡Estoy aburrido! —lloriqueó Venezuela desparramado en el sofá-cama. Ya habían pasado horas desde que cinco de los chicos no hacían más que intentar matar el tiempo con estupideces. Habían pensando en revisar el piso de arriba, pero primero querían pedirle permiso a USA tal y como lo haría un inquilino bien educado. De hecho, el estadounidense ya llevaba rato en el segundo piso de su propia casa. Quién sabe que estaba haciendo ahí arriba; tal vez ya les había escuchado decir que querían subir cuanto antes y ahora se encontraba ocultando sus cosas privadas... o algo así pensó el ruso. Cuando los «hermanos Corea» se fueron de la casa habían dicho que ONU los visitaría para hablar sobre lo que sucedía... entonces, no les quedaba más que esperar hasta el momento. USA bajó las escaleras usando shorts y zapatos deportivos acompañados de muñequeras y medias semi-largas. Ciertamente se le veía distraído y un poco apurado como si se le estuviese haciendo tarde. —Epa, epa, ¿nos vas a abandonar? —preguntó Venezuela al verlo. —Uyuyuy, ¿y esa ropa? —cuestionó el mexicano con una sonrisa maliciosa—, puta madre, gordis, ¿vas a hacer ejercicio? —No empiecen —bufó Estados Unidos viendo su reloj y luego se apresuró a alcanzar su mochila—. No rompan nada, recuerden que aún puedo demandarlos —dijo. —¿Podemos... subir? —dudó el alemán. —Sí, si pueden. Volveré pronto —y el norteamericano salió del lugar dejando al resto en un silencio para nada incómodo. Alemania chasqueó la lengua. —Bueno... no sé ustedes, pero yo voy a hacer exploración —comentó este cerrando su libro para luego levantarse del sofá. Aunque al fin y al cabo no sólo él se paró para revisar todo. Argentina salió por la puerta trasera y vio el patio de la casa respirando profundo; grama artificial y ni rastro de arena, podías acostarte ahí sin ensuciarte en lo más mínimo. Alemania subió las escaleras con el resto del grupo siguiéndole el paso. Era una sala de estar que servía como pasillo a varias habitaciones. Había una televisión y... —¡Ay sí, un play! —celebró México—. Gracias virgencita de Guadalupe. —Uuuh, Resident Evil, qué bien —dijo el venezolano cerca de él revisando las carátulas con CD's de varios videojuegos. —Ni que quisiéramos dormir —se le escuchó decir al argentino que venía subiendo las escaleras con desconfianza. —Super Smash Bros... ¿Para Wii? —dijo México con duda—, no veo ningún Wii. —La puta madre... USA es un coleccionista, y de los buenos —comentó Argentina abriendo una caja con varias consolas—, DS, DSi, Gameboy... —nombró. Rusia se dirigió a una de las puertas blancas que se encontraba al fondo del pasillo. Giró la manilla de esta y se asomó como cucaracha registrona antes de pasar y cerrar la puerta tras él. Aquella, sin duda alguna, era la habitación de Estados Unidos. Las sábanas estaban hechas un desastre y olía a uno de sus perfumes poco económicos. Por alguna razón su armario estaba todo revuelto y la ventana estaba abierta de par en par con la persiana arriba. Entrecerró los ojos y notó el litro de yogurt derramado cerca de una de las patas de la cama. ¿No tenía la decencia de siquiera limpiarlo? Quién diría que el gringo fuese un desordenado por excelencia. El ruso dio la vuelta sobre sí mismo y abrió la puerta saliendo de la pieza de USA; no se atrevió a dar ni un sólo paso hacia adelante. A él no le gustaría que le revisaran sus cosas. ↠↞ —¿Entonces todos ellos están en tu casa justo ahora? —preguntó el chico bebiendo agua de un filtro plástico. —Yep —dijo USA a modo de respuesta y el canadiense sonrió—. Alemania, Venezuela, Argentina... ugh, Rusia y the mexican (el mexicano). —¿México, huh? Ah, y Rusia... debes estar de mal humor —comentó Canadá. —Ajá. De muy mal humor. —Bueno, a mi me alegra que estés bien —confesó Canadá alcanzando su raqueta de tenis y jugó un poco con ella—. No puedo creerlo, una bomba, maldita sea. Pudo haberte pasado algo malo. —Es una maldita locura, amigo —dijo el estadounidense mientras ambos caminaban hacia la cancha—. ¿Empiezas tú? —preguntó USA entregándole la pelota. —Sí, seguro —aceptó el canadiense y se separaron para jugar uno frente al otro—. Hey, ¿has pensado alguna vez... que tal vez México no es tan malo? —preguntó golpeando la pelota con su raqueta y Estados Unidos no tardó en devolvérsela del otro lado de la malla. —¿Qué? No —respondió USA frunciendo el ceño. —De acuerdo, ¿y has pensado alguna vez que quizá deberías tratar de llevarte mejor con Rusia? —cuestionó Canadá mientras ambos seguían repartiéndose la pelota de una lado a otro. —¡Pero por supuesto que no! —¿Por qué? ¿No crees que sería mejor que ustedes hicieran negocios en vez de amenazarse con cosas nucleares? A USA le faltó el aire y le dio un buen raquetazo a la pelota. —¡No! Porque entonces pensará que me intimidan sus estupideces, lo cual no va a suceder ja-más —dijo el estadounidense con algo de rabia— ¡¿a qué vienen esas preguntas?! —¿No puedo preguntar? —¿Estás tratando de distraerme para anotar un punto, Canadá? —Pero por supuesto que sí, calabacita —admitió el canadiense con una sonrisilla burlona.
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