CAPÍTULO CUATRO Merk corrió por el bosque tropezando en la pendiente de tierra, pasando por entre los árboles y con las hojas del Bosque Blanco crujiendo bajo sus pies mientras corría con todas su fuerzas. Miraba hacia adelante sin perder de vista las humaredas que se elevaban a la distancia llenando el horizonte bloqueando el rojo de la puesta de sol y con un gran sentido de urgencia. Sabía que la muchacha estaba ahí en alguna parte, quizá siendo asesinada en este momento, y no pudo hacer que sus piernas corrieran más rápido. Los asesinatos parecían encontrarlo; lo encontraban en cada esquina, casi cada día, de la misma manera en que los hombres son llamados a cenar. Él tenía una cita con la muerte, solía decir su madre. Estas palabras hacían eco en su cabeza y lo habían perseguido toda