—¿Cuánto? —habla sin soltar a la morena. —¿Cuánto es el precio por decir dónde están mis hijas? —Marta enarca una ceja.
—Con que esas tenemos, pues bueno 10 —mira a su hija —y que ella se case con Santos.
—¿Diez que? —vuelve a hablar Pablo —nunca, Liliana nunca se va a casar con alguien que no sea yo.
—Diez mil dólares —la morena se tensa —el matrimonio con Martin se debe hacer.
—Está bien —habla en un hilo de voz —me caso con Martin —se aparta de Pablo, pero quiero a mis hijas —él la mira incrédulo —estoy dispuesta a renunciar a ti —lo mira —pero quiero a mis hijas.
—Lili no —intenta tocarla —no lo hagas no mi amor te prometo encontrarlas pero no lo hagas, no renuncies a nosotros dos a la familia que podemos tener con nuestras hijas —se desespera pero Liliana se muestra firme.
—Es una decisión, quieres que me case con Martin pues lo haré, pero quiero a las niñas conmigo.
—¿Y yo qué? —la toma de los brazos —¿yo no existo para ti? Te advierto que voy a luchar por mis hijas —intenta mostrarse duro —te las voy a quitar llegados al caso.
—No lo vas a hacer —habla suavemente —le voy a pedir a Martin que las registremos como nuestras —Marta Liliana sonríe triunfante —aléjate de mí.
—¿Le vas a cumplir como su esposa? —ella traga saliva —eso es un si —solloza. —Voy a encontrar a mis hijas y las voy a tener conmigo... —se dirige a Marta —se van a arrepentir de habérmelas negado y tú —mira a Liliana —vas a lamentar renunciar al amor que te tengo cuando él te tome sin contemplaciones, cuando quiera tocarte y no lo haga como yo —traga saliva —cuando te pida hijos vas a recordarme.
Pablo sale de la casa de Liliana destruido emocionalmente, se acaba de enterar de que la había dejado embarazada de dos niñas que no conoce y no vivió su embarazo. No solo eso sino que también lo rechazó, se va a casar con un hombre que la compró a cambio de pagar las deudas de su familia, necesita encontrar a sus hijas pero no tiene idea de cómo hacerlo pues ni siquiera sabe donde nacieron y cómo fue el parto, se sube a su camioneta sin mirar atrás.
Liliana solloza, se asoma a la ventana y lo ve irse mientras su madre sonríe emocionada.
A mitad de camino Pablo escucha un ruido que no conoce muy bien; parece que está por enloquecerse puesto que sigue en su mundo haciendo mil planes para buscar a sus hijas, pero siempre llega a la misma conclusión, no sabe cómo hacerlo.
—¿Qué pasa? —habla molesto, está solo cuando escucha más agudo el sonido —maldita sea Liliana me estoy enloqueciendo solo de pensarte.
De vuelta al rancho la Liliana, siguen con los preparativos para el matrimonio, no deja de probarse el vestido que usará para estar en la iglesia y el que usará en la fiesta. Un poco frustrada por haber tratado así a Pablo decide cambiar de actitud, tal vez si se muestra alegre Santos se apiade y la ayude a encontrar a las niñas, él mismo parece que lee los pensamientos pues aparece en el rancho.
—La mujer más bella de la región será mi mujer —la morena traga saliva solo de imaginar tener intimidad con un hombre que puede ser su padre —me vas a decir que no eres feliz, de imaginar todo lo que te puedo dar... claro a cambio deberás cumplirme como mujer, sé que no eres virgen con lo cual será más fácil el proceso porque no me gustan las mojigatas —la morena siente asco y ganas de vomitar solo saber como será ser la mujer de ese hombre —te va a gustar, eso si quiero muchos hijos —ella intenta sonreír.
—Y así será —interfiere Marta Liliana —mi hija te va a dar lo que quieres y cómo lo quieres...
—Eso sí, el matrimonio no será católico, pues mi primera esposa aún vive —no deja de mirar de manera lasciva a la morena —pero te voy a hacer feliz —enarca una ceja —vamos hazte a mi lado, serás mi mujer y ese es tu lugar —Marta desaparece —quítate las bragas —la morena mira horrorizada, pero agradece haberse puesto el DIU para evitar que la embarace —vamos que no tengo paciencia estoy urgido —se acerca a ella mientras se abre el pantalón dejándole ver su virilidad —la morena empieza a llorar —solo es cuestión de acostumbrarse, anda —la morena recuerda las palabras de Pablo.
—Perdón interrumpir, pero acaba de aparecer el señor Agustín —la morena se levanta dejando de lado a su prometido y agradecida de que les hubieran interrumpido, ahora que lo vio siente aun mas asco.
Mansión Villarreal.
Pablo vuelve a su casa hecho polvo, se siente decepcionado y desesperado por todo lo que ha descubierto, no esperaba que la mujer a quien todavía ama lo tratará de esa manera, por lo que sabe Martín es un hombre que tiene edad para ser el padre de ella, eso lo hace sentirse más amargado, ella lo cambio por un “abuelo”.
—¿Dónde estabas? —inquiere Sofia mientras se acerca a besarle.
—Estaba en un viaje exprés de negocios pero ya estoy acá. Sofia te parece si terminas de ver todas las cosas de la fiesta de aniversario de mis padres —la pelinegra asiente encantada —gracias.
—Hijo —sale Alicia su madre —¿estás listo para pedirle matrimonio esta noche a Sofía? —él asiente no muy convencido.
—Madre yo —la abraza buscando su protección —tengo dos hijas —su mirada se ilumina —, pero la madre de mis hijas me las negó, jamás me dijo de ellas ni cuando la estuve buscando estos meses. Me acabo de enterar –solloza —yo quiero encontrarlas pero no se nada del tema, no se ni siquiera donde nacieron o como son.
—¿Por eso estás indeciso sobre tomar como esposa a Sofía? —él asiente —hijo entonces no lo hagas, Sofía es una chica encantadora, pero no se merece casarse sin conocer la verdad, sin poder tomar la decisión de aceptar o no. Ella es una chica muy dulce, sí le dices las cosas lo entenderá además tu eres un caballero y nosotros jamás te hemos obligado a nada.
—Lo sé y entiendo tu punto, pero Liliana me rechazo así que quiero darme una oportunidad de verdad con Sofía, ella siempre me ha querido y esperado —suspira —siento que después de Cristina ella es la única merecedora de tener mi amor y ser la señora Villarreal —Alicia lo abraza —Sofia se merece ser feliz y yo darle una oportunidad a mi corazón.