Vamos en la parte trasera del coche de Dante.
Damián por su parte le habla de lo mucho que le gusta el futbol americano y también sus aficiones.
Dante es encantador y solo sonrisas con él.
Es como si me hubieran arrojado a una dimensión desconocida y me hubiesen cambiado al Dante otra vez.
Sin embargo, sé que no es verdad cuando sus ojos caen sobre mí y me dedica una mirada fría.
Al llegar a un edifico moderno no me extraña cuando entramos al estacionamiento subterráneo.
― ¿Vives aquí? ―la pregunta de Damián denota la sorpresa.
Este le regala una sonrisa.
―Viviremos aquí, y tengo una habitación que espera por ti, quiero que llenes con lo que más te guste.
Eso parece agradarle a mi hijo que no entiende aún muy bien que está sucediendo.
―También quiero que conozcas a alguien más.
