Por alguna razón ella no lograba tomarlo enserio. Sus amenazas y sus coqueteos eran muy espontáneos, parecían practicados, como si fueran parte de un procedimiento para ligar chicas. No lo conocía mucho. No sabía qué clase de chico era, ni que intenciones tenía con ella. ¿Declararse abiertamente? ¿Ser sumamente coqueto y encantador? Hoy en día eso era un libreto habitual en chicos guapos que, solo quieren pasarla bien con quien se les ponga enfrente, además, había escuchado rumores de que salía con otras chicas. –Tengo que irme –exclamó, dándose la vuelta. –Gracias y nos vemos –James bufó. La había ayudado y ahora lo botaba, porque ya no lo necesitaba más. –¿Quieres que te lleve? –exclamó en voz alta, para que ella lo escuchara. –Ha habido muchos asaltos recientemente, o eso dicen en las