Morgana se sentía nerviosa, no sabía que tan peligroso era que una guardiana real del reino de Albagard supiera su mentira con esa facilidad aterradora. Aunque ella siempre había estado consciente de que no era el hombre mas masculino del mundo, al menos hasta el momento nadie había asegurado con tanta certeza su sexo sin conocerla como lo hizo esa mujer luna. Así que ella sintiéndose atrapada, o como si la hubiesen descubierto cometiendo un crimen, hizo lo que mejor sabía: negar su identidad.
—¿No se de que está hablando? ¿No sabes lo peligroso que puede ser ofenderme de esa forma? —cuestiona Morgana cruzándose de brazos, pero la luna al parecer no se sintió aterrada, por el contrario, se acercó a ella caminando con sus manos sobre sus caderas.
—Jovencita —dice Dina acentuando esa palab
