Aslan y Morgana llegaron al lago que contaba con un muelle para que los barcos pudieran zarpar y desembarcar, y solo fue cuando Aslan comenzó a desvestirse, que la chica abrió sus ojos de par en par comprendiendo el gran error que cometió. —¡El agua se ve perfecta! —exclama el príncipe Aslan quitándose sus botas, y luego comenzó a desabotonarse su camisa. Morgana quedó petrificada, pensando: «¡Me dejé llevar por la emoción! ¿ahora que hago?» piensa la chica volteándose, dándole la espalda a Aslan como si ya antes no lo hubiera visto sin camisa... o sin prenda alguna. —Eh... no sería recomendable que entre al agua —dice Morgana carraspeando su garganta, todavía de espaldas a Aslan —estoy lastimado, ¿y si se me infecta la herida? —Por favor, rey Cameron, ¿acaso es un humano? A los alfas