Ni en sus sueños más locos Morgana imaginó estar en una situación como la que se encontraba en ese momento. Ella se sentía en medio de una ensoñación de esas que ella deseaba que fueran eternas, donde el mundo era tan perfecto que asustaba a cualquiera, menos a ella que lo disfrutaba en sobremanera. Aslan se encontraba encima de su amada, y conforme se besaban, él se dedicaba en acariciar cada rincón del cuerpo de la rubia. Sus manos se deslizaban como la seda a lo largo de toda la suave piel de Morgana que, en medio de aquel beso ella lo que hacia era abrazar con mayor dependencia a Aslan, como si al soltarlo temiera que él se desvanecería. En la posición que se encontraban era la idónea para que el acto carnal iniciara, pero Aslan prefería primero disfrutar cada segundo de su amada Mor