En el interior del gran salón de fiesta del Hotel Craftsman, todo parecía una escena salida de “El Gran Gatsby”... Todo ahí era ridículamente ostentoso y eso no paraba de enojarme. En el palacio nos cuidábamos mucho de los derroches, no era apropiado que gastáramos tanto dinero en celebraciones como aquella, no era bien visto de cara al pueblo, así que nos cuidábamos bastante de ello, o al menos lo hacíamos antes de la llegada de Loélia a la familia, desde entonces las cosas se habían salido un poco de los límites usuales, pero incluso así, no habíamos llegado aún a esos extremos. La excentricidad de aquella fiesta alcanzaba niveles tóxicos. Reprimí el impulso de poner los ojos en blanco cuando vi a un par de acróbatas colgados del techo por medio de pavorosas telas doradas, en medio d