Tomé el collar de la mesa de noche luego de prepararme, solo me faltaban las medias y ponerme los zapatos.
Lo había encontrado varios días después de lo sucedido con Alex, a un lado del pequeño camino, mojado y sucio, pero era ese, el anillo que Alex había buscado con tanto empeño hasta el punto de la desesperación y el que yo de tan mala manera había rechazado. Le había comprado un colgante y ahora lo guardaba en mi pecho todo el día, justo al lado de mi corazón, donde todavía habitaba Alex.
Eran las vacaciones escolares, por lo que Eva se quedaba con su abuelo. Nuestra relación había mejorado considerablemente, pero yo no sabía a que se debía, creo que era por los frutos en el trabajo o simplemente le había nacido que fuera así, pues mi señor padre se había mostrado muy amable con
