Domingo en la mañana, íbamos camino a casa de Alex, pasaríamos todo el día allí, se suponía que Basil también estaría y desde luego Sienna. Ella vivía allí. Alex nos abrió la puerta de la casa, después de pasar el recibidor pasamos al salón donde estaba Basil junto a Sienna. Cuando Basil vio a Eva, vino a saludarla y ella corrió también a su lado. —Evita, ¡que grande estas! Y hermosa. ¿Sabes lo que dicen? Si una niña tan bella, como tu, me da un abrazo, puedo volverme igual de hermoso.— Eva no dudó en abrazarlo. —Hueles un poco a humo. — dijo ella al quitar el abrazo. —¿Fumas? —Eva, esas no son cosa que se preguntan. — le regañe. —Lo siento, Basil. —se disculpó. — Pero hueles a humo. — le dijo en un susurro que todos escuchamos. Las carcajadas sobraron. —No fumo, pero me h