Salomé despertó a mitad de la noche. Sus ojos se abrieron despacio y al reconocer el lugar decidió levantarse. Tenía algo de sed y pintura en su cuerpo. Las acuarelas que utilizó habían logrado mancharla. Lo primero que hizo fue ir a la cocina por algo de agua. Al bajar las escaleras notó una luz prendida en la oficina de Cristian, decidió ir en completo silencio y posarse junto a la puerta, estaba entreabierta y podía ver su interior. Lo observó trabajar en silencio. Su concentración en aquella pantalla era absoluta que era imposible que lo vean. Salomé estiró los labios y estando dispuesta a irse escuchó su voz romper aquel silencio. - No te quedes ahí y pasa. - Cristian la había sentido desde el momento en que se acercó a la puerta. Salomé respiró, había sido atrapada espiándolo.