CAPÍTULO 26

1062 Words
POV LIA ROMANOVA El silencio descendió sobre el ring, roto solo por los murmullos de la familia. Mi respiración estaba agitada, mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Miré a mi hermano caído con una mezcla de triunfo y preocupación. Justo cuando estaba por dar un paso hacia la victoria, sentí una mano firme agarrar mi pierna, y en un movimiento rápido y decidido, fui derribada al suelo en un golpe seco. El impacto fue contundente, y el sabor metálico de la sangre llenó mi boca mientras me recuperaba del golpe. —Empate —oí la voz de Adrik resonar en el silencio del ring. Lo miré sorprendida por su habilidad para dar la vuelta a la situación en el último momento. A pesar de la derrota, sentí un atisbo de admiración por su astucia en el combate. Nos levantamos ambos del suelo, cansados, pero con una mirada de respeto mutuo entre nosotros. —Buena pelea —susurró, atrayéndome a sus brazos. —¡Hora de comer! —gritó tía Andrea y todos asentimos. Mientras bajaba, escuchaba las felicitaciones de todo. —Anotado —escuché el murmuró de Artem a mi lado, mientras caminábamos hacia la salida—. Nunca hacerte enojar. [...] Todos nos habíamos bañado y cambiado, y ahora estábamos sentados alrededor de la larga mesa en uno de nuestros salones. Me concentré en mi plato, sabiendo que estos momentos familiares en la mesa rara vez terminaban bien. —Escuché que tu futura esposa es una mujer muy hermosa, primo. Eres muy afortunado —sacó en colación Aleksander con una sonrisa—. Quienes no tienen la opción de elegir corren el riesgo de terminar con alguien que no sea agradable a la vista...como yo. Una risa mordaz escapó de los labios de Akin, y negué levemente con la cabeza ante su posible comentario ofensivo. —Es tan fea que tendrás que taparle la cara para que tu polla se ponga dura —añadió con malicia. —Akin —mamá lo reprendió con voz firme. —Pero es verdad, mamá —intervino Adrik, apoyándolo—. Tu padre te detesta, primo. —La chica no es fea, simplemente aún no ha tenido su "glow up" final —interrumpió Xander con esperanza—. Más adelante aprenderás a apreciarla, hijo. —No importa si son atractivas o no, uno tiene que decidir si se casa —comentó Aleksey, notablemente menos molesto que en otras ocasiones sobre su matrimonio—. Al menos tu futura esposa no es una italiana sumisa que no piensa por sí misma y hará todo lo que le digan. ¿Quién querría a una mujer así? Un silencio incómodo se apoderó de la habitación durante varios segundos. Afortunadamente, mi padre y mi tío no eran machistas; al contrario, celebraban la independencia y la voz de sus esposas, y nos criaron para valorar lo mismo. —Esa es la forma en que fue criada. Tuvo que ser así, pero sin duda tiene una personalidad propia que podrá florecer una vez que le des la confianza necesaria —intervine en defensa de su futura esposa—. Además, tendrá a las mujeres de esta familia para enseñarle a golpearte cada vez que actúes como un imbécil. —Hablando de imbéciles. Hace unos momentos, uno de mis hombres en Rusia me informó que una mujer ha llegado a casa buscando información sobre Artem y Sergei. —¿Qué tipo de información? —preguntó mi padre con interés. —Está en un estado avanzado de embarazo y aparentemente está buscando al padre de su hijo —explicó Aleksey, y un silencio tenso se apoderó de la habitación—. No quiso decir más. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y me obligué a respirar profundamente. Miré a Artem, cuya expresión permanecía imperturbable, sus ojos fijos estaban en Alek. No mostraba ninguna emoción visible en su rostro. —¡¿Entonces finalmente tendremos un bebé en la familia?! —exclamó emocionada tía Andrea, rompiendo el tenso silencio con su efusividad. —No —respondió Artem con frialdad—. Es solo una puta buscando dinero, nada más. Necesito toda la información para más tarde, Alek. —Bueno, pero yo sí quiero que haya un bebé pronto —intervino Lena, con un tono más ligero—. Me encantaría quedar embarazada, aunque a mi edad, quién sabe. —¡Ay, también quiero un bebé! —Se sumó mamá con entusiasmo, mientras papá y Xander se llevaban los dedos a las sienes en un gesto de resignación—. Darko, amore mio, sería maravilloso. —No te voy a mirar, Isabella. —Ni yo a ti, Lena —añadió Xander, en una suerte de pacto silencioso entre los hombres de la familia, lo que me hizo sonreír ante su complicidad. Se levantaron de la mesa y se dirigieron a la sala contigua, donde todos nos reuniríamos más tarde mientras compartían historias de sus numerosas experiencias. Era uno de mis momentos favoritos, cuando todos nos reuníamos y compartíamos risas y recuerdos familiares. Miré a Ana y le dediqué una sonrisa cómplice, y ella asintió de inmediato. —Quiero tener un bebé —confesamos, nuestras palabras saliendo al unísono. Nuestros padres se detuvieron en seco, girándose para mirarnos con sorpresa, al igual que todos en la mesa. Un inequívoco "NO" resonó en la habitación, en un coro unánime que dejó claro que nuestra idea no era bien recibida. —Había que intentarlo —respondió Ana. Sonreí ante su respuesta, y justo en ese momento sonó mi teléfono. Lo agarré rápidamente de la mesa y salí del salón, buscando un poco de privacidad en una de las salas de estar contiguas. —¿Me extrañaste? —fue lo primero que escuché al contestar. —No, no te extrañé. ¿Por qué me llamas? —respondí, manteniendo mi tono firme. —¿Cómo que por qué? Tenemos que vernos y lo haremos hoy —exigió, mostrando impaciencia. —Estoy con mi familia, así que no será hoy. Yo te diré el lugar de encuentro, así que espera mi mensaje. Colgué y tomé una profunda inhalación antes de darme la vuelta para regresar al salón principal. Sin embargo, me sorprendí al ver a Artem parado en el umbral. —¿Con quién estabas hablando? —preguntó, con los brazos cruzados sobre su pecho, destacando aún más su físico imponente.
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