Cuando estoy frente al médico y este me ve, mi corazón se paraliza, un escalofríos recorre mi cuerpo de pies a cabeza, de pronto mis pulsaciones empiezan aumnetar, mi mente se queda en blanco, por un momento olvido el motivo por el cual estamos en el hospital. Este también se me queda mirando, con ojos de sorpresa, como si estuviese viendo a un fantasma. No dice nada, por un momento el tiempo se paraliza, solo con nuestras miradas conectadas. Hasta que el grito de mi madre, rompe el silencio que había.
—¡Doctor! ¡díganos! ¿cómo está mi Armando? ¿Se va a recuperar? —pregunta muy preocupada.
El médico de pronto reacciona y le responde a mi madre, sin quitarme la mirada de encima.
—Si, el señor Armando está estable —dice el médico, hablando con pequeñas pausas— el... el... —a este médico l
