Ya son las cinco de la tarde, y corro a mi habitación para ducharme y cambiarme, pues dentro de poco empezarán a llegar los invitados, cosa que no me causa nada de emoción.
Me ducho, salgo envuelta en un paño, noto que en la puerta del closet me han guindando un vestido, o eso supongo, ya que este se encuentra tapado por una tela, y en el extremo inferior sobresalen unos flecos rosados. «seguro lo ha puesto allí mi madre, ya me imagino como ha de ser el vestido, provocativo e insinuado» pienso, por lo que decido no tomarlo.
Busco entre mis cosas, la vestimenta que elegí en casa. No escogí algo tan llamativo, ni muy elegante, solo traje un vestido casual, de color vino tinto, sin mangas, tiene dos tiras, una de cada lado, que pasan por mi hombro, llegando hasta la mitad de mi espalda, e
