Para los chicos, la competencia perdió la gracia a la tercera semana.
Agustina les saca buena diferencia de distancia en la pista. No importa si le sumo tres vueltas a la pista, siempre arrasa.
Hoy decidí, por primera vez en mi vida, llevarle la contra a un superior y me dirijo a la pista de reclutas, donde la Capitán Juárez entrena a los revoltosos.
Siempre venimos los viernes un rato antes para cambiar un poco la rutina, pero esta vez, decido hacerlo en el horario que sé que ellos van a estar en este lugar.
Pueden decir lo que quieran, pero creo que los padres los mandan a este lugar solo para no aguantarlos. Acá todos tienen familia al servicio del país, por lo que se tiene el pensamiento de que con rigor y catigo, absolutamente todo vuelve a su lugar. No comparto completamente el pensamiento. De echo, Agustina dejó de ser problemática al aprender de las consecuencias de lo bueno y de lo malo.
Ahora veremos como se lleva mi grupo con el de Juárez.
-Capitan- me paro firme para hacer el saludo oficial- Capitán Vaz. Vengo a hacerle una oferta.
-Capitán Vaz. Lo escucho- hace una sonrisa coqueta y busco sus manos, pero las tiene en su espalda.
-Competencia entre mis dos mejores y sus dos mejores.
Puedo escuchar los murmullos y risas de las chicas a mis espaldas.
-¿Qué ganamos?- da una vuelta alrrededor de mi- ¿Qué gano yo, Capitán?
-Proponga- abro un abanico de ofertas.
Ellos no tienen nada que yo quiera. Esto es solo diversión, tanto para mi, como para mi grupo.
Sus ojos miel me miran el rostro y hace una sonrisa ladeada ¿Me esta coqueteando?
-Una cena. - si me esta coqueteando- Si mis chicos ganan, ustedes nos hacen la cena. Sino la hacemos nosotros, pero queremos verlos competir.
-Que así sea. Trato- extiendo mi mano y veo la marca de un anillo en su mano izquierda cuando baja sus brazos a sus lados para estrechar su mano derecha a la mía.
De verdad estoy sorprendido. Casada o comprometida y la mujer me estaba coqueteando.
-Grupo. - me les acerco- Sale competencia. Nuestros dos mejores contra los dos mejores de ella- la señaló detrás de mi.
Lorenzo y Agustina levantan las manos.
-Ya. Hablen. Por hoy somos iguales. - les permito para distenderlos.
-¿Quiénes van?- pregunta Lorenzo.
-Los dos mejores nuestros, pero los quiere ver competir entre ustedes.
-¿Y ganaríamos?- Agustina cruza sus brazos y ladea su cabeza- Suponiendo que ganamos.
-Ah, ¡vamos! que hace tres semanas que nos tienes de hijos, Agus- la reprende Michael en tono divertido.
-El premio es importante. -acota sin dudar y lo señala.
-Si, también. - aporta Laura- pero con ella, - señala a la Capitán con disimulo- daría el sesenta por ciento en la competencia entre nosotros y el 120 contra ellos.
-¿Porque?- pregunto en verdad interesado.
-Porque se nota que es competitiva- levanta el hombro.
En realidad no hay fallas en su lógica.
-Estamos prontos. A competir- interviene Juárez.
-Vamos chicos. A dar lo mejor que nos cocinan el fin de semana. - aplaudo para darles animo.
-Son buenos actores- susurra Díaz en mi oído derecho.
-Mejor así. Esa mujer no va a tener piedad. - observó la posición de Juárez y escucho sus amenazas.
Señala a mis chicos que estan haciendo tiempo en el lodo para hablarse cosas e insistiendo en que Agustina tiene que ganar si o si. Les habla con rudeza, cero empatía, tal cual como si entrenará a futuros soldados. Piernas separadas y firmes, puños apretados y mirada dura.
Miro mi reloj y sin tener nada anotado, puedo asegurar que se demoraron al menos dos minutos más en completar todo el circuito.
Agustina dispara tres tiros y erra dos, Lorenzo llega segundo y acierta dos.
Es el turno de sus chicos y se acerca a mi.
-Tiene buen equipo. Llegaron enteros, pero el mio está en mejores condiciones, Vaz. Espero que estén preparados para perder- guiña un ojo- los dejo que decidan lo que nos van a preparar. - nos señala con el dedo- Qué sea con postre y fregada incluida.
-Refregada, querrás decir, zorra- murmura Agustina y todos largan la risa.
-¿Disculpa? - Le digo con las cejjas en alto y observo como todos siguen a Díaz en busca de agua en una carcajada sola.
-Nada. No haga caso, Capitán. - se defiende y sus mejillas toman un color rosa.
Juárez mira en nuestra dirección mientras sus chicos comienzan a subir a la rampa.
-Sabes que puedo escucharte- señalo el implante- Mucho mejor que tu, de echo.
-Digo que no quiere solo la cena. Sino también el postre y que le laven los platos. - aclara.
-No fue la palabra que usaste, pero vamos a hacer que te creo. - la señalo.
Los revoltosos se empujan por ganar y Juárez les grita una y otra vez.
-¡Jueguen limpio, malditos!- se acerca al circuito- Si ni lo hacen van a lavar los platos de todo el cuartel por idiotas, ¡inútiles!
Ellos se acomodan con pocas ganas y se toman en serio la competencia. Dos chicos son los que llegan primero. Un morocho de pelo con rastas, mandíbula cuadrada y ojos profundamente oscuros. El otro chico de cabello castaño y ojos marrones, debe de medir casi dos metros, ya que parado a mi lado de saca dos dedos y yo mido 190.
Juárez los aplaude sin mucha convicción y la escucho darle instrucciones. Patear trasero, no ser perdedores, el castigo que les espera si les gana uno de nosotros, "esos malditos delincuentes" murmura. No se si sabe que aún a diez metros puedo escuchar claramente lo que habla, pero mis chicos van a demostrar que son más de lo que se puede decir de ellos.
-Todos, acá. - se acercan y los rodeamos. - Quiero que se esfuercen al máximo y los dejen en ridículo. - hablo para Lorenzo y Agustina.
-¿Ahora queremos ser a los que les friegan los platos?- pregunta Lorenzo.
-Que sea por el resto del mes- guiño mi ojo- A ver que opina la capitana.
-Como que nos tienen mucha fe ¿Porque?- pregunta Agustina.
-Porque eres buena en esto- la alienta Laura- Se que tu puedes hacerlo Agus.
-¡Oye!- se queja Lorenzo- También puedo hacerlo. Ni siquiera se puede decir que competimos allí hace un momento.
-¿Qué hicieron entonces?- pregunta Díaz.
-Discutimos con Agustina porque no quería ir. - aclara Jaime- si yo les estaba casi a la par, deben de suponerlo.
-Los observé y se que es así,- les hago ver que no dejé de prestarles atención- pero acá nada de contenerse porque ahora es cocinar para todos y fregar sus cosas todo el mes asique quiero que den lo máximo ¿Estamos?
-Bien. Nosotros podemos. -dice Loranzo chocando la palma con Agustina.
Agustina y Lorenzo se preparan en la salida y sus dos chicos también, pero ella se acerca a donde me encuentro parado.
-Capitán. Está a tiempo de retirarse de la apuesta. La cena puede quedar entre nosotros, nada más. - Juárez me sonríe con disimulo.
-De echo queríamos aumentar la apuesta.- la reto de frente y seguro- Que sea el lavado de los platos por todo el mes.
-¿La cena también?- sigue coqueteando.
-No queremos abusar. ¿Trato?- extiendo la mano y la toma.
-Trato, Capitán. Pero si ganan mis chicos me debe una cena privada- va a por más guiñando un ojo. - solo nosotros
-Okey.
-¡A ganar que nos lavan los platos todo el mes!- les aplaude.