13 Aislados.

1280 Words
El domingo a las mil setecientas, después de acomodar cada cosa en su lugar, lavar las prendas que usamos en el campamento y regresar de la cena, nadie tardó más de diez minutos en rendirse en los brazos de morfeo. Un baño caliente y una cama cómoda, son suficientes para obtener silencio absoluto en este lugar, pese a que a los varones, muchas veces les tenemos que llamar la atención, pero hay, no fue necesario. Por supuesto, yo tampoco fuí la excepción. Por primera vez en cuatro años, el despertador me indica que es hora de levantarme a las quinientas horas. Me doy una ducha rápida y coloco las cremas en la cicatriz. Organizo mi cama cuidando de que no quede ninguna arruga y tomo la pastilla para evitar infecciones, reforzando el antibiótico de la crema. Cuando salgo de la oficina, los muchachos y el Cabo ya están levantados y acomodando sus camas. Se escuchan murmullos afuera y me dirijo a la puerta de mi pabellón para inspeccionar. Por las puertas de los pabellones tres y cuatro, entran y salen adolescentes y jóvenes. Por sus aspectos deben de rondar entre los 18 y los 25 años, ya que es sabido que aquí no se permiten menores de edad. -Capitán Gloria Martínez. Pabellón tres con los campistas- se presenta una morocha, de alrrededor de los cuarenta años. -Capitán Cristian Vaz. - señaló detrás de mi- pabellón cinco, reclusos. -Oh. Te tocaron los reclusos, ¿eh? - hace una mueca de disgusto.- Siempre Dan problemas. -No lo creo. Ya los tengo entrenados. - contesto con una sonrisa de suficiencia. ¿Piensa que me va a intimidar por tener más años que yo? Equivocada, señora. -Bueno, suerte con eso. Quizá podamos compartir algún campamento, entonces. -Veremos- es lo único que digo antes de guiar a mi grupo al comedor. El pabellón uno y dos ya está sentado y nosotros hacemos lo mismo después de servirnos el desayuno. Díez minutos después, entra una mujer de pelo rubio, acomodado en un moño perfecto, ojos hipnóticos color miel y semblante duro. -Caminen, malcriados. No tengo todo el día. - se para frente a su mesa- Taza, se sirven, tragan, lavan y nos vamos- señala el lugar para cada cosa y comienza a aplaudir- Active Cabo López. Aprenden porque Aprenden. Nosotros terminamos lo nuestro y nos retiramos a la biblioteca. Cada uno se concentra en lo suyo y yo me aparto para llamar al General. -Capitán, Vaz ¿En qué lo ayudo?- contesta de inmediato porque lo llamo al teléfono personal. -Buenos días General. Para informarle que todo marcha sobre ruedas. El grupo acata órdenes y ya conocen la rutina. -Me alegro mucho, entonces. ¿Alguna otra cosa? Pienso en la solicitud de la colega Martínez y decido solicitar la autorización para no improvisar, antes de adentrarme en el tema. -La Capitán Martínez sugirió hacer campamento conjunto entre nuestros pabellones, General. Necesito su autorización. -Martínez se encarga de los hijos de los colegas. Quiero a su grupo lejos de ellos, más que nada a la mujercita Silvera ¿Quedó claro?- habla con autoridad.- No quiero a su grupo cerca de ningún otro. Ya tiene su recorrido. Biblioteca, campo y pabellón. -Con todo respeto ¿Puedo cuestionar las razones General? -No puede, no. No vuelvo a repetir una orden ni usted a pedir explicaciones- y cuelga el teléfono. Aislamiento social, más que nada. No voy a cuestionar nada de lo que dijo. Solo acatar órdenes y hacer lo que vine a hacer. Regreso a la biblioteca y tomo un libro para comenzar a leer y dejar que pase el tiempo, hasta que decido ir a la sala de informática. -Cabo, encarguese del grupo. - pongo en sobre aviso a Diego- Estoy en la puerta pegada. -Valla tranquilo, Capitán. - realiza el saludo formal y yo ingreso en la puerta contigua. Enciendo una computadora e ingreso a la página de la base. Al colocar los datos de la chica, solo aparece la leyenda "Archivo confidencial". Esos casos son para cuando un m*****o del estado o del ejército tienen algo que ver en la búsqueda. Más dudas me asaltan y voy al viejo y no tan confiable Google. El único dato es que fue procesada por una juez Grasiuso por asesinato. No hay más. Nada, absolutamente nada. Una simple noticia de un par de páginas de radio locales. Busco los datos de la señora y la llamo. -Buenos días, señora. Tengo una adolescente recluida por asesinato y necesito detalles del caso. -Nombre y apellido, por favor. -Le dictó los datos y escucho el sonido de las teclas- Es un archivo confidencial, señor ¿Cómo dijo que se llamaba? Agradezco haber llamado desde el teléfono fijo y solo cuelgo la llamada. Esto de verdad es muy, muy raro. Necesito que ella me lo cuente y voy a buscar la oportunidad ideal para que pase. El resto de la mañana, ellos estudian como hacen cada mañana, almuerzan igualmente de rutinario y vamos a nuestro pabellón antes de la pista. Me dedico a observar sus actitudes. Vuelve a retraerse y deja que el resto llegue primero que ella. Laura es insistente en saber porqué lo hace y Agustina contesta con total indiferencia. Decido cambiar la estrategia para la segunda vuelta y le doy la orden de largada a las chicas primero. Cuando Agustina salta con agilidad la pared de cuerda, me acerco a los chicos. -Ahora. Si ella les gana- señaló a la morocha de cabello corto- lavan los platos de todos el resto del mes. -Si, Capitán. - contestan a la vez. En un par de saltos la alcanzan y puedo notar su cuerpo tensarse cuando los escucha a unos metros detrás suyo. Finalizan el pasaje por las lianas y Michael y Lorenzo se acercan a ella para hablarle con sus manos en alto. Puedo ver su intención de huir, su cuerpo rígido y sus ojos desorbitados mirando a todos lados, hasta que ladea la cabeza, asciente y le da la mano a cada uno de ellos. -Algo pasó ahí - señaló el intercambio. -Según lo que escuché en las duchas, Agustina no se sintió cómoda con el primer día en la pista. Supongo que se disculpan. - comenta Díaz -Espero que así sea. Somos pocos. Lo mejor es llevarnos bien. - acoto. -Es un buen Capitán. Sería un honor tenerlo enfrente de mi tropa. - me halaga con media sonrisa. -Gracias, Díaz. Pero eso no va a pasar. Agustina dispara a su objetivo y gana el primer día de la semana, así como los siguientes. A la vez que veo que se retrae menos, les voy dando la orden de largada al mismo tiempo. No importa cual es la pista siempre llega primero y puedo notar que la tensión del grupo ha bajado considerablemente a partir de ese día. La muchacha es buena en las pistas. No duda para saltar, no tiene miedo de caer, de llenarse de barro o de lanzarse a la piscina. Sigue llamando mi atención, que pese al calor que hace, jamás la hemos visto de remera, mucho menos de shores. No cambia su vestimenta de pantalones deportivos y buzos extremadamente holgados. Se que son al menos dos tallas extras, porque las veces que se le moja la ropa, quedan muchos pliegues y se nota que es menuda de cuerpo. Trato de prestar poca atención, ya que el grupo funciona y eso es suficientemente gratificante para mi. Me hace las cosas más fáciles, asique no me puedo quejar. Cada vez que gana, se ponen de acuerdo y supongo que una buena experiencia es suficiente, por lo que volvemos al campamento en medio de los cerros con frecuencia.
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