El segundo día fue mejor que el anterior. No hubo falta de respeto ni golpes.
Parece que la firecilla aprendió la lección con facilidad.
Los murmullos sobre la leoncita, la gata y otros adjetivos descalificativos entre los cabos, que según se son del año anterior, no se hacían esperar, por lo que le pregunté a Díaz. Su respuesta solo me asombró cada vez más.
-Apenas cumplió los 18 la trajeron aquí. - hace un gesto con su mentón, hacia a chica en cuestión, por supuesto Agustina- La sacan para que rinda los parciales en el liceo militar durante quince días donde va a cargo de sus tutores legales y luego la regresan porque no aprueba. Nadie sabe a quien mató, pero el capitán Sosa se encargó de decir lo que había echo a cada m*****o del campamento, nuevo o viejo.
-¿Quién es el Capitán Sosa?- indago porque necesito la información completa.
-Es el Capitán que estaba a cargo del pabellón cinco. Se rumorea que está emparentado con el General pero nadie lo sabe con exactitud. Ahora le dieron la baja porque ya pasó los años de servicio y el estado interviene en esos casos- levanta un hombro como si no estuviese seguro del todo- o es lo que se dice.
-¿Usted que piensa?- de nuevo duda, pero quiero abrir una nueva ventana- Con honestidad y siempre entre usted y yo, Cabo.
Lo miro a los ojos mientras el ve alrrededor de nosotros.
-Yo pienso que le dieron la baja por salud mental. - susurra- Se dice que a su hijo lo mataron y por eso se ensañaba con la muchacha esta.
Pienso en sus palabras. El general nunca lo mencionó. A decir verdad no mencionó nada de nadie, pero puedo deducir que como Sosa se retiró, nadie quiere venir acá.
¿Quién querría venir a tener a su gente tan cerca y a la vez tan lejos? Por supuesto que solo yo, pero tampoco vine porque me agrade.
Sinceramente solo me alejé de mi pasado. No me podía quedar a ver como la mujer que quería, ahora se casa y tiene hijos con quien se suponía que era mi mejor amigo y mejor colega durante tanto tiempo en otro país.
Siempre supo cada cosa de mi vida. De dónde venía, mis propósitos profesionales dentro de la fuerza, como el querer llegar a ser un respetado General, así como los personales. Él tenía conocimiento de él trato de aguantar otra misión para construir la casa. Para mi era un amigo, casi hermano.
Para amigos como ese ¿quién necesita enemigos? Milton, El sujeto que conocí en mi primer año como Cabo. Quien me acompañó cuando mis padres murieron a mis 8 años en un accidente, me visitó en el orfanato y la primera persona que le presenté a Carla. En la dos primeras misiones estuvo conmigo. Pasamos de todo y se volvió solo cuando su madre Graciela, se enfermó. Fueron más de diez años de amistad que se fueron al retrete por una mina que no se respeta ni ella.
Hoy debo agradecer el no haberme casado antes de irme. Graciela fue la primera en decirme que no lo hiciera, que esperara a volver para hacerlo. Nunca le dí las gracias por ello.
-¡Sigan! ¡Más rápido!
Las órdenes del cabo Díaz me sacan de mis pensamientos y observo al grupo moverse. Los varones siguen llegando primero en cada oportunidad, dejando a Laura siempre de última.
Lorenzo llega primero por tercera vez en el día y Michael le golpea el puño. Tal parece que la competencia es sana entre ellos dos.
-¿Qué elije hacer el domingo?- pregunta el Cabo.
-Acampar al aire libre. Siempre quise acampar.
-Anotado. A los baños y a merendar. - ordeno.
Media hora después están todos prontos, con libros recreativos en sus manos mientras esperamos la hora de la cena.
Tal parece que la fierecilla ha sido domada. Ahí está en su cama después de salir de último del baño y dejarlo en óptimas condiciones. Llega de último a todo, incluso a bañarse. No pensé que sería tan fácil como humillarla, pero parece que funcionó.
El viernes llega muy rápido y parece que el grupo se ha echo buenas migas. La mal educada no habla y los chicos bromean entre ellos. Es hora de poner un poco de competencia para mi propio entretenimiento.
-Michael y Lorenzo son quienes han ganado mayor cantidad de veces. El que gane elije lo que se va a hacer durante todo el fin de semana, desde el viernes a la noche hasta el domingo a las mil ochocientas.
Lorenzo levanta la mano y con un ademán lo autorizó a hablar.
-¿No era un día cada uno?- pregunta con las cejas fruncidas.
-No creo que tenga ganas de cargar todos los implementos del campamento el domingo a la madrugada para cargarlos de regreso a la noche ¿o si? - lo cuestiono.
-Tiene razón, capitán. Prosiga.
-Bien, entonces vamos a la pista nueva.
Todos me siguen en silencio hacia la pista de entrenamiento de los cabos.
Esta está hubicada más lejos. Debemos recorrer quinientos metros más desde la juestra, por lo que en total, son ochocientos metros de ida y vuelta, desde nuestro pabellón. Por supuesto, desdes de un dia sin aguam cargaron sus botellas y cada uno tomó las pertenencias para la tarea que deben cumplir. En esta ocasión, van a tener que demostrar más potencial. Diría que van a tener que demostrar todo su potencial, si no quieren regresar sin ningún rasguño.
La pista alrrededor es de quinientos metros, la rampa de cuerdas de cuatro de alto para subir y para luego bajarlos. La de barro tiene alambres de púas y mas pozos que la nuestra. A demas, hay una piscina de cincuenta metros antes de llegar a las lianas que sostienen troncos por los que tendran que tener equilibrio si no quieren quebrarse alguna extremidad con la altira de la caída. Los objetivos de disparo están más lejos y ocultos por algunas ramas de los árboles, por lo que van a tener que buscarle la vuelta para que la pintura llegue hasta allá.
Pienso que no es justo obligar a todos a hacer el circuito si es solo para desempatar por lo que les doy la opción que quedarse a esperar. Solo Laura se queda a nuestro lado y a una distancia considerable.
-No se nadar, Capitán. - se justifica en un murmuro apenas audible.
-Va a tener que aprender si o si, joven. El Cabo le enseñará durante la semana.
-Sí, capitán - hablan a la vez.
El Cabo parece dispuesto a acatar todas mis órdenes y la joven ¿avergonzada? Pues muy su problema. Acá vamos a ser un equipo y para la próxima vez no le voy a permitir quedarse rezagada. Me concentro en los otros cuatro.
La fierecilla domada no ha abierto la boca y no puedo comprender que hace allí si llegó en cada día en el último lugar. Allá ella si quiere quedar en ridículo. No me pueden culpar de no darle opciones. ¿Porque le doy opciones, de todas maneras? Ni yo lo sé. Solo quiero que esto salga lo mejor posible.
-Luego de dar las cinco vueltas a la pista arrancan con el circuito sin esperar ordenes. El primero que llegue elije lo que se va a hacer. Fin de semana de películas o campamento. - doy las indicaciones.- No vale tirar la ropa de los compañeros ni golpear- acalro para la mal educada- a las de ¡ya!
Los cuatro salen disparados y tengo la sensación de que esto va a estar increíble.