3. Reclusos.

1300 Words
Luego de una ducha y acomodar mis pertenencias de manera organizada como es costumbre para mi desde mi ingreso al ejército, me dispongo a detallar mi espacio privado dentro de este pabellón. El dormitorio tiene lo básico y exclusivamente necesario. Cama, mesa de noche a cada lado de la cama y placard. El baño, es completo y tiene buena iluminación al igual que repisas para colocar los insumos personales necesarios. En la oficina diviso el compartimiento para guardar las armas personales, el botiquín de emergencia y lo que desee que quede bajo llave. No tardo nada en dejar todo organizado como corresponde como tampoco tardo en abandonar el lugar en búsqueda de conocer el resto del personal y lo que hay a disposición. El Cabo Díaz se presenta nuevamente apenas abro la puerta, vuelve a acompañarme y se ofrece a mostrarme todas las instalaciones. -Buenas noches, capitán.- realiza el saludo formal y respondo de igual modo- Si gusta seguirme lo llevo a conocer el lugar. -Gracias Cabo. - respondo el saludo- descanse. Le agradezco el gesto. Salimos de mi pabellón y me indica lo que vamos encontrando. -Pabellón cuatro, para adolescentes conflictivos. Quien está a cargo de Capitán Juárez. Llega con sus integrantes a las seiscientas. - indica la otra puerta- Pabellón tres. Campamento vacacional de familias de los miembros del ejército, por lo general Generales y Tenientes de alto rango de todo el país. Capitán Martínez. Vienen la siguiente semana. Finalmente el uno y dos, Capitán Pereira, reclutas para el ejército nacional y adiestramiento y preparacion para las misiones extra oficiales. El sargento Gutiérrez queda a cargo en el pabellón dos por que es el que tiene más rango, mejor puntuación y preparación. - me observa detalladamente- Extra que siempre se gana el respeto de todos en el lugar, por lo que no es difícil que sigan sus órdenes. Ingresamos a la instalación principal y se aprecian los símbolos patrios que nos identifican en cualquier pais alrrededor del mundo. El pabellón nacional, la escarapela regular y la del ejército. Por supuesto las banderas de Artigas y la bandera de los Treinta y Tres Orientales. Hay pinturas de Artigas, de Lavalleja, Oribe y todos nuestros libertadores por cada pared del espacio que se utiliza como comedor común. Es inevitable el sentimiento se orgullo que te llena el pecho al ser parte de esto. Fue mi elección y no me voy a arrepentir nunca de formar parte de algo más grande en nombre de mi país, por más que al llegar a 'casa' me hubiera encontrado con la situación que me regresó al confinamiento. -Cocina al fondo y el comedor principal. Nuestros pabellones ya cenaron por lo que puede hacerlo si quiere. - señala un par de puertas al fondo- Biblioteca y sala de informática. Por fuera esta la casa del General, pero es muy raro que nos visite. Al final de la biblioteca, hay una puerta de acceso directo, por lo que puede aparecer por cualquier lado. -Gracias cabo. Puede descansar tranquilo. Me dirijo al mostrador para tomar mi cena y me siento en la mesa asignada a mi pabellón. Una vez que termino, lavo mis utensilios en la bacha y dejo en donde están el resto de los platos en un escurridor. Con un breve asentimiento de cabeza como despedida a las cocineras me retiro a mi pabellón. En mi escritorio hay cinco carpetas apiladas con la información de los reclusos y me dispongo a leerlas. "Jaime Correa, 18 años, sin alergias, no estudia ni trabaja, rapiña con arma blanca. Lorenzo Gil, 18 años, estudiante universitario, tenencia de drogas. Laura Sáez, 18 años, no estudia, robo de motos. Michael Inzaurralde, 19 años, tenencia de drogas, abandono de la prisión domiciliaria. Agustina Devitta, 19 años, homicidio, domiciliaria con tutores desde los 17 años." De todo un poco por lo que puedo ver. Lo que más me impresiona es como alguien puede matar a otra persona con 17 años. Busco para ver si encuentro otro dato relevante, pero no hay más que apuntes de mala conducta del capitán anterior. "Irrespetuosa, mentirosa, contestona, rebelde, impuntual." Decido que yo voy a cotejar las evaluaciones. Tomo un vaso de agua y me voy a la cama con la alarma puesta a las quinientas. Un dolor agudo en mi pierna izquierda me hace despertar de golpe y transpiración, como cada vez que tengo pesadillas con el suceso. Bien me avisó el doctor del dolor reflejo. Esa sensación de que la herida está abierta de forma permanente. Suele suceder al despertar o cuando me esfuerzo mucho. Voy al baño y arreglo la cama para que quede todo en Artigas condiciones antes de ir a la cocina por un café y esperar que lleguen mis reclusos. -Buenos dias- entro saludando formalmente al encontrarme con gente en el comedor. -Buenos días, capitan- contestan a coro. Me sirvo el café con un trozo de pan y me siento en mi lugar. Acá todo es muy silencioso y a medida de terminan se paran a fregar sus pertenencias y se dirigen afuera, por lo que al terminar, hago exactamente lo mismo. Camino con la cabeza recta hacia afuera y a la derecha veo como el pelotón gira para desaparecer por un camino de tierra rodeado de árboles. Espero que aquí hallan buenos lugares de entrenamiento para poder poner en cintura a estos jóvenes, sino, los voy a reeducar a base de balas de goma. -No me importa si no te quieres quedar - giro hacia el estacionamiento cuando escucho los gritos- Acá vas a estar hasta el final del semestre. Te vengo a buscar para tus segundos parciales. Estudia. -Ni que me importaran los parciales. Pueden irse muy a la mierda. Ya me sé el camino, tía. Largo. Es la pareja de la gasolinera y supongo que esa muchacha, mi reclusa. Observó su cabello corto atado en una cola de caballo, sus pantalones deportivos y un buzo que debe de ser al menos tres tallas más grandes que ella. A su lado se estacionan dos vehículos más y descienden un chico y una chica. -Hola, soy Jaime -Ni que me importara. Puedes morirte. - contesta la primera. -Yo soy Laura. O sea que la primera tiene que ser Agustina. Maleducada si es. Quizá valla por las balas de goma. -Capitán. - El Cabo Díaz saluda- Vengo a ofrecer mi ayuda para lo que necesite. Órdenes del Captan Pereira. Me asignó a su batallón para ayudarlo en lo que se le pueda ofrecer, quedando ahora, a su entera disposición. -Espere a los otros dos reclusos y los acompaña al pabellón, por favor. -A la orden capitán. Ingreso al pabellón a lavarme los dientes ya que aún faltan quince minutos para que comience la tortura. Díez minutos después, veo al Cabo ingresar con los cinco jóvenes. -Oye, Lorenzo ¿con qué te agarraron? - pregunta uno de ellos. -Mariguana, dos kilos. ¿Tu? - Guarden silencio- el Cabo los reprende. - busquen una cama y organicen sus cosas. Ellos se hacen gestos y se disponen a organizarse, al igual que lo hace el cabo en la primera cama junto a la puerta de ingreso. Los varones se ubican a mi derecha, uno al lado del otro. Laura a mi izquierda en la primera cama cercana al espejo y Agustina en la última cama de arriba. Se coloca auriculares y tira su equipaje en su estante como viene. Los jóvenes organizan sus cosas rápidamente y Laura hace lo mismo. Me dispongo a salir de mi oficina y me paro en medio del pasillo para presentarme. -Buenos días. Soy el Capitán Cristian Vaz, su superior. -Buenos dias- responden todos apoyados en sus camas. -Ahora cada uno se va a presentar con los demás y luego vamos a aclarar las reglas de convivencia. Comience Cabo.
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