Samara. Cierro la puerta con lentitud, esperando no haber hecho ningún ruido demás, pero, obviamente fracaso en su totalidad cuando aún con las luces apagadas, distingo una silueta masculina de brazos cruzados. — ¿No crees que es tarde para llegar a estas horas, mechitas? Resoplo, me muerdo el labio inferior, me quedo en silencio, calculando qué decirle al que sabe todo y solo busca que yo le diga con mis propias palabras, lo que hice, es como… el confesionario, pero, con el rubio guapo, es como una sesión de terapia psicológica en donde básicamente te hace ver tus errores. — Salí con Carla y su novio. Respondo encogiéndome de hombros, camino yendo hacia la cocina, como que me dio mucha hambre de repente, enciendo las luces para buscar dentro de la nevera algo comestible. — Dentro