Samara. — ¿Por qué me traes aquí? Pregunto con una mueca de cansancio, mental, porque en lo físico sí estoy muy bien. El lobito sale del auto sin decirme nada, solo viene a mi puerta (del lado del copiloto) la abre y me extiende la mano, esta es la primera vez que lo hace sin que y tenga que “recordárselo amablemente”. — Respóndeme. — Sal. Replica, pongo mis ojos en blanco, tomo su mano y me ayuda a salir, mi vestido sube un poco por lo que, con la otra mano, lo bajo de nuevo. — Kenner, responde a mi pregunta, estoy comenzando a molestarme. Digo mirando la casa, en efecto, ¿qué es lo que pasa?, me trajo a su casa de la manada, ahí mero donde vive su odioso papacito padre, pero, yo pensé que veníamos a tener_sexo, no a una discusión con ese lobo sangrón. — Entremos. — Kenner