Grayfurd se había unido a la batalla casi inmediatamente que comenzó. Estaba cerca de varios Salabines que intentaban resistir el ataque dentro de la puertas y tomó la decisión de cruzar la puerta confiando en su fuerza para crear la diferencia que se necesitaba entre líneas. Con su espada blanca y mango dorado comenzó a lanzar ataques muy fuertes en contra de los rivales que se amontonaban por montones ahí. Los estaba derribando fácilmente, dejándose llevar por su instinto y poder para derribar a todos ellos.
Sus esfuerzos estaban dando mucho resultado, en verdad estaban marcando una gran diferencia en ese sector, podía verse como se formaba un hueco donde peleaba. Aunque rápidamente el número de enemigos se formaba a su alrededor trataba de despejarlos una y otra vez. Muchos se fueron de sus manos peor confiaba que el segundo filtro que era la entrada y los Salabines que la defendían podían detenerlos ahí. Así que se siguió esforzando y luchando con toda su energía.
Uno tras otro de los seres de obscuridad le atacaban con gran fuerza y con rencor. Pero Grayfurd tenía buena velocidad y coordinación así que pudo esquivar todos los ataques sin problemas. Su resistencia también era notoria, además que su concentración no la estaba disminuyendo en ningún instante y debido a eso fue capaz de mantener el ritmo de defensa perfecto.