Capítulo 1

2075 Words
Narra Elga Las entrevistas son las peores y a ésta llego tarde porque me perdí. Dentro del edificio. Corriendo por el laberinto de pasillos, el miedo corre por mis venas mientras me imagino vendiéndome a un extraño, sudoroso y sin aliento. Peor aún, conoceré al mejor amigo de mi padre. Seré una niña para él, apenas valdré su tiempo. Después de todo, está haciendo esto como un favor. Entonces ¿por qué me molesta? Me vienen a la mente las tarifas de alquiler de la ciudad de Nueva York. Oh, sí, es por eso. Examino los carteles en las puertas hasta que finalmente llego a uno que dice: Noah Steven. Llamo ligeramente y entro, pero está vacío. —Señor. ¿Steven? Soy la hija de John, Elga ¿Hola?—nadie responde, así que corro hacia la entrada, buscando una puerta que podría haber pasado por alto. Al doblar la esquina, corro a toda velocidad hacia el pecho firme de un hombre. Con un grito de sorpresa, mi vaso de plástico con mi café helado se estrella entre nuestros cuerpos, lanzando el líquido gélido sobre ambos. Mientras el desastre gotea por mi pecho, veo que ha caído por toda su cara y se está derramando por su impecable camisa blanca. Oh, mierda. —Rayos—la voz profunda del hombre es tan suave como el whisky, y debajo del café que ahora lleva puesto, está absolutamente hermoso... y realmente enojado. —Oh Dios. Lo siento mucho. No estaba mirando hacia dónde iba. Busco en mi bolso algunas servilletas de repuesto y limpio frenéticamente las crecientes manchas de su camisa. —Claramente. Por favor, detente. No. Sus manos alcanzan las mías, manteniéndolas en su lugar mientras me mira. Los tiempos se ralentizan y estoy atrapada en su fascinante mirada mientras su agarre en mis manos se aprieta ligeramente. —Lo lamento muchísimo... Un escalofrío me recorre mientras el café gotea debajo de mi camisa, pero mis mejillas arden. El hombre tiene más o menos la edad de mi padre, con tormentosos ojos verdes salpicados de oro que sólo puedo ver porque estoy a pocos centímetros de su cara. La risa corta el tenso silencio. Sorprendida, miro justo detrás del hombre mayor y veo a un niño que es la viva imagen de aquel con quien estoy enredada. Rápidamente dejo caer mis manos y doy un paso atrás. —¡Mira tu camisa, papá! ¿No acabas de comprar esa? Volviendo a mirar mis ojos se abren y mi corazón vuelve a caer. –¿Ah, de verdad? Estoy... vaya, sólo puedo decir que lo siento mucho. Estaba llegando tarde a esta entrevista para niñera—.Usted es el señor Steven, ¿no? Se pasa una mano por la cara y aprieta la mandíbula. —Sí. Tú debes ser Elga–su mirada es todo dagas y hielo. —¿Es demasiado tarde para decir que no?— puedo sentir el calor subir a mi cara mientras dejo escapar una risa nerviosa—.Desafortunadamente, esa soy yo. Gran primera impresión, ¿no? Apuesto a que las otras niñeras no hicieron eso. —Ninguna. Me escudriña durante un largo momento mientras su hijo continúa riéndose, haciendo un mal trabajo para ocultar su diversión. Entonces es cuando el niño da un paso adelante. Instintivamente me inclino más para igualar su altura. —Hola amigo. No tendrás servilletas en esa mochila tuya, ¿verdad? Él sonríe, sacudiendo la cabeza. —No. Pero papá tiene un baño adentro con toallas de papel. –Bien. ¿Cómo te llamas? —Elías—él sonríe aún más. —Bueno, hola, Elías. Soy Elga— le estrecho la mano cubierta de la típica pegajosidad infantil—.Sin embargo, por mucho que me gusten las toallas, no estoy segura de si tu papá todavía quiere hablar conmigo. Le arrugo la nariz y Elías suelta una carcajada antes de tirar de la manga de su padre para llamar su atención. —Pero papá. Ella es realmente agradable. Y mucho más bonita que esa dama de Beverly. Y no tiene cien años. Escondiendo una sonrisa detrás de mis manos, miro al Señor Steven el nombre increíblemente preciso en este momento. Mira a su hijo, retenido allí por los ojos suplicantes del niño. Se le escapa un largo suspiro y el señor Steven pone los ojos en blanco antes de volver a mirarme. —Bien, bien. Me reuniré con ella. Pero nada de promesas, jovencito. Un atisbo de sonrisa se esconde detrás de la limpia barba del señor Steven y los latidos de mi corazón se tambalean. —Estoy muy agradecida por la oportunidad. Normalmente no me pierdo antes de una entrevista. Los pasillos eran confusos, por decir lo menos. Se hace a un lado y hace un gesto hacia su oficina. —Bueno, esta vez permíteme guiarte a la puerta correcta. Me río a medias y me limpio un poco de café del hombro. El señor Steven abre el brazo para que yo entre primero y coloca una mano en la parte baja de mi espalda mientras me abre la puerta. El calor de su palma se derrite a través de la fina tela de mi vestido y puedo escuchar mi pulso en mis oídos. —Gracias. Las palabras salen con un suspiro tembloroso. Mi jefe potencial se voltea hacia su hijo y se arrodilla. —Elías, adelante, pídele a Marnie el bocadillo que querías. Estará vigilando la recepción un rato más. Bajaré tan pronto como hayamos terminado. —Bien. ¡Pero sé amable! Ella me gusta. Elías me sonríe y corre por el pasillo, obviamente mucho más familiarizado con el lugar que yo. El señor Steven me sigue al interior de su oficina y señala la silla frente a su escritorio. —Toma asiento. Sólo tardaré un momento. Lucho por respirar con normalidad cuando el señor Steven sale, dejándome esperando en su incómoda silla. Cuando regresa, lleva una camisa limpia y sostiene un puñado de toallas de papel marrón cuidadosamente dobladas. Me entrega la pila y nuestros dedos se rozan de nuevo, haciendo que se me ponga la piel de gallina en el brazo. ¿Qué te pasa? Estás actuando como una colegiala enamorada. Este es el mejor amigo de tu papá y tu jefe potencial. —Gracias. Espero no haber arruinado tu camisa. El señor Steven ocupa su lugar detrás de su escritorio, con su camisa limpia, impecable y almidonada. —Tengo más. Esos son para que te limpies—él asiente hacia las toallas en mis manos—.Entonces, eres Elga. La hija de John, ¿correcto? —Sí, soy yo. Y tu necesitas una niñera, ¿correcto? –me siento más erguida en mi silla y me pongo el cabello empapado detrás de la oreja. —Puedes llamarme Noah. Y sí, necesito ayuda para llevar la casa. ¿John te dijo algo sobre qué esperar? Una fría intensidad llena sus ojos mientras se cruza de brazos y se inclina hacia atrás. —Un poco. Mi papá dijo que estás pasando por un divorcio y necesitas ayuda con Elías porque tu negocio exige mucha atención. El trabajo de papá es similar, así que tengo un conocimiento básico de lo que probablemente necesitarás. La mandíbula de Noah se aprieta cuando menciono el divorcio y frunce el ceño. —John es franco—mete la mano en su escritorio y saca lo que parece una lista—.Este es un resumen básico de en qué necesito ayuda y de lo que espero que se haga en la casa mientras trabajo. Me lo entrega y, aunque es largo y bastante estricto, no es algo que no haya visto antes en otras familias con las que he trabajado. —Está bien. Esto parece factible. Muchas de las otras familias con las que trabajé en el extranjero tenían requisitos similares. Debo hacerte saber que a mí también me gusta dedicar algo de tiempo para divertirme. Elías fue tan dulce. Me encantaría mostrarle que podemos pasar un buen rato y aun así hacer las cosas. Noah se acomoda en su silla y me mira entrecerrando los ojos. Hay escrutinio en esa mirada verde y mis mejillas se calientan una vez más. Noah se aclara la garganta y rodea su escritorio para sentarse en el borde más cercano a mí. Mientras se apoya en él, cruza un tobillo sobre el otro. Su pierna roza la mía, pero no retrocede. ¿Alguien subió el termostato cuando entramos? —Dirijo un barco estricto. Mi trabajo es… exigente. Y hay varias cosas que necesito hacer malabarismos. Necesito saber que puedes manejar lo que te estoy pidiendo. Al encontrar su mirada, levanto una ceja y sonrío. —Créeme. Puedo estar a la altura de cualquier desafío que me lances. Estoy aquí para brindar equilibrio y asistencia. No deberías tener que preocuparte por las cosas básicas del día a día con tantas cosas sucediendo. Ahí es donde entro yo. —Es bueno saberlo. Noah se levanta y me ofrece una mano para hacer lo mismo. —Te llamaré esta noche para comunicar mi decisión. ¿Tienes el mismo número que proporcionaste en tu currículum? —Sí. Nuestras manos todavía están unidas y Noah está a sólo unos centímetros de mí. Mi mirada se dirige a sus labios antes de volver a mirarlo rápidamente a los ojos. Pero entonces noto los ojos del señor Steven trazando una línea desde mi cuello hasta la parte superior de mi vestido. Oh, esto es malo. —Bien. Entonces me pondré en contacto esta noche. —Espero escuchar ti pronto. Noah se aclara la garganta, sacude la cabeza y da un paso atrás. Finalmente parpadeo y hago lo mismo, dirigiéndome hacia su puerta. —Es a la izquierda al final del pasillo hacia los ascensores. ¿Podrás encontrar el camino esta vez? Miro al suelo. —Creo que lo lograré. Gracias. Cuando miro hacia arriba, Noah está frente a mí, abriendo la puerta de par en par. —Hablaremos pronto...—hace una pausa —. Elga. * * * Mi corazón todavía está acelerado cuando llego a casa de mi papá y me dirijo directamente a mi habitación. Sentada en la cama, miro mi celular en la mesa de noche. Se supone que debe llamar. El verde de los ojos de Noah atormenta mi mente y recuerdo la sensación de sus manos sobre las mías. ¿Quizás me perdí que sonara? Lo sé, no lo he hecho. Sólo estoy siendo impaciente. ¡Qué giro de los acontecimientos! Temía esta entrevista y ahora estoy ansiosa por recibir una respuesta. Ese hombre, sin embargo. La imponente presencia de Noah era como estar en la habitación con la realeza o algo así. Era dueño de todo el lugar y se notaba con solo mirarlo. Claro, no soy ajena a los padres acomodados, pero Noah es otra cosa. —Sí, voy a necesitar calmarme si quiero poder mirar a mi papá a los ojos durante la cena—me quito el vestido manchado de café y abro la ducha del gran baño de visitas. Me deshago del sostén y las bragas, entro y disfruto de la forma en que el agua se desliza por mi piel. Pienso en la forma en que Noah me miró, en la sensación de su mano en la parte baja de mi espalda. Es completamente ridículo. No puedo sentirme así por un hombre que acabo de conocer, y mucho menos por el mejor amigo de mi padre y alguien a quien se supone que debo cuidar. Pero… La electricidad baila en mis venas cuando me imagino a Noah sentado en su escritorio tan cerca de mí. Me imagino el físico cincelado que esconde bajo su camisa. Mis dedos recorren mi cuerpo, pero me detengo. No va a suceder. Noah está totalmente fuera de sus límites y conseguir un sueldo fijo es mucho más importante que lo que sea que esto sea. Entonces oigo sonar mi teléfono desde la otra habitación y salgo corriendo de la ducha para contestar, mojando todo el suelo—.Hola. —Hola Soy Noah Steven—santa mierda. Es él. Supongo que no pensé que realmente llamaría. Quiero decir, derramé café sobre su costosa camisa, por el amor de Dios—.He revisado tu currículum y me gustaría que fueras mi niñera. Tus experiencias pasadas son impresionantes y…—hace una pausa—. A Elías realmente le gustas. Puedes empezar mañana. ¿Qué dices?
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