Aria ha heredado la floristería de su abuela paterna. Con veintidós años se ve envuelta entre polen y un montón de libros de cómo cuidar plantas, más el inventario que debía ser hecho semanalmente. Con ayuda de Jay, un trabajador de la floristería intenta sobrellevar todo el peso de la nueva tienda.
Entre trompicones la idea de trabajar en el legado que ha dejado su abuela Aria se encuentra feliz y bastante complacida. Hasta que el dueño de la relojería del frente llega una noche para hacer su vida dar un vuelco de ciento ochenta grados reclamando los tulipanes que la abuela de Aria siempre tenía para él. Desde ese encuentro y sin darse cuenta Aria terminara dejándole la puerta abierta a más encuentros, una amistad con sentimientos no correspondidos y una propuesta un tanto arreglada.
‘’Aria, necesito que te cases conmigo o perderé la relojería…’’