—Ten usa esto—me dijo extendiéndome una bata de baño. La tomé y me vestí con ella. Me sentí aliviada de no seguir usando la manta, ahora tenía algo más cómodo de usar. Luego de eso, se vistió y me llevó de nuevo a mi prisión. Me gustó sentirlo en mi boca. Y los sonidos que había hecho sabiendo que yo era la responsable de ellos, me habían embriagado. Mi cuerpo me había traicionado. Con mucho gusto volvería a eso ahora, a la forma depravada en que mi cuerpo había respondido a él mirándome, a él tocándome. Felizmente lo reviviría obligándome a arrodillarme y metiendo su polla en mi boca y la perversa emoción que me había atravesado. Cuando ingresamos nos quedamos muy cerca. Fue inevitable no perderme en su mirada. —¿Cuál es tu nombre? —pregunte con ansias. Él pareció pensarlo. —Anthony—r