—Creí que ustedes querían vivir conmigo —dijo el abuelo, había puesto cara de sufrido.
—Queremos que seas parte de nuestra vida, abuelo —dije rebozando una sonrisa sincera.
—Pero mamá dice siempre que el casado, casa quiere.
—¡Ah, eso dice tu mamá! —dijo distrayéndose de inmediato.
—Si, es un decir nada más —me reí un poco.
La cena transcurrió sin más sobresaltos, el abuelo finalmente estaba comiendo y parecía estar feliz. A quien viera con la cara alargada, era a la prima Ágatha, quién solo me miraba con ojos incandescentes.
—Mi querida Darcy, me llevaré a Erick al estudio, necesitamos hablar de un asunto urgente, pero quédate tranquila, estás en casa —dijo el anciano desapareciendo por un pasillo que llevara al otro lado de la enorme vivienda.
Erick lo había seguido, me quedé sen
