Valerie salió del trabajo con el corazón latiendo a mil por hora. Había logrado mantener una actitud profesional durante el día, tanto ella como Alejandro, pero eso solo hacía que su pulso nervioso se acelerara más. Se sentía atrapada en un juego peligroso, un romance prohibido que la consumía por dentro y la llenaba de angustia. Mientras caminaba hacia su apartamento, no podía dejar de pensar en lo que había sucedido la noche anterior en la casa de Alejandro. Sus labios aún sentían la calidez del beso que habían compartido, y su mente revivía cada detalle del momento en que estuvo a punto de sucumbir a sus deseos más salvajes. —No puedo seguir así —se murmuró a sí misma, tratando de calmar su corazón agitado. Llegó a su apartamento y cerró la puerta detrás de ella, sintiéndose un poco