Prólogo

596 Words
Valerie Adams ha tenido que ser la cabeza de su casa luego de que su padre muriera y su madre obtuviera a una enfermedad casi imposible de curar. Sentía que cada día se hundía en un pozo sin fondo del que no podía salir jamás, una lucha interminable contra su situación, pero no se rendía. Ella no era de las que se rendía. Sus padres le habían enseñado que la peor pelea no es esa que se pierde, sino la que se abandona. Y ella no iba a abandonar jamás, por más pesada que fueses la carga. Sus trabajados nunca han sido los mejores, así que, al encontrar la oportunidad de trabajar bajo una empresa de alto nivel, piensa que finalmente podrá resolver sus problemas financieros y pagará el tratamiento que su madre necesita. Pero todo se viene abajo cuando su jefe se propasa con ella y por no dejarse, queda desempleada nuevamente. Su mundo volvió al punto de inicio, ¿cómo fue eso posible? Justo cuando estaba a punto de despegar. Sin trabajo, con deudas y la advertencia de parte del hospital de trasladar a su mamá si no pagaba a tiempo, es como si el cielo se cayera sobre su cabeza, desatando un infierno, uno de dolor y agonía, desesperación. Su madre contaba con ella, su salud, su vida dependía de ella. Con la mente hecha un lío, y agotada de todo, decide que su mejor decisión es ahogarse en alcohol. ¿Qué más puede perder? Acaba de perder lo que se supone que estaba siendo su seguridad, su sustento. El mejor trabajo que había tenido hasta el momento. Así que, con la cabeza caliente y un trago en la mano, se desinhibe frente a un hombre que podría ser su salvación o su ruina. ―Esta noche serás mía. ―Esas son las palabras que recuerda y la manera en la que se sentía. Luego de una noche alocada, sin recuerdos de lo sucedido y una jaqueca tremenda, Valerie decide aplicar a una empresa reconocida, luego de encontrar una tarjeta con el nombre y la dirección de esta. Supuso que era el destino. Así que, al día siguiente, con la motivación regenerada, presenta su currículum a espera de respuesta. Pero… ¿recordará ella que su nuevo jefe es el hombre con quien pasó esa noche o quien dejó su tarjeta, no para dará darle empleo, sino para volver a verla? (…) Para un hombre como él, lo último que espera en una noche de tragos es irse a la cama con la chica guapa en la barra, pero ella no solo era la chica guapa. Era la chica que él no podía dejar de mirar, esa que miras una vez y clavas tus ojos en ella. Acostumbrarlo a tenerlo todo, y mucho más, pocas veces pone algún interés en las mujeres, sobre todo porque las que lo rodean tienen una sola intención y ese es su dinero. Cuando despierta al otro día luego de una noche definitivamente inolvidable, tiene que irse a toda prisa, pero antes deja su tarjeta para volver a contactar con aquella bella durmiente que no despertaba por más ruido que él hacía. Cuando salió, miró una última vez hacia ella, con la esperanza de poder verla otra, eso no tenía que ser muy imposible, porque en la tarjeta estaba su número. ¿Podrá verla otra vez? ¿Podrá encontrarse con esa mujer cuyo nombre desconocía pero que le había dado la mejor noche de su vida? ―Valerie―dijo para él, recordando que ella le dijo ese nombre.
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