“Una fe que no pueda sobrevivir la colisión con la verdad no vale muchos arrepentimientos.” — Arthur C. Clarke
Desde pequeños, nos han enseñado a especular sobre la existencia de vida inteligente, no importa cual escéptico sea usted, la presencia de seres alienígenas rondando es una verdad aceptada por todos, pero, y ¿si nos están contando la historia al revés?
Piénsalo bien ahora mismo, existen en el planeta Tierra alrededor de ocho millones de especies, contenido ani-mal-es, plantas, insectos, hongos, etc. de todas esas especies solo un puñado pueden presumir de tener la inteligencia suficiente para modificar su entorno y de ese puñado, un grupo aún más pequeño puede manipular herramientas, y de esas especies solo una tiene la capacidad de llamarse así mismo “inteligente”. ¡Nosotros!
Entonces, dicho lo anterior, la probabilidad de encontrar una especie como nosotros o más inteligente es casi nula, al menos eso pensamos, hasta ahora.
Remontémonos en el tiempo, Es el año 2000 la vida humana celebra el comienzo de un nuevo milenio, aunque, teóricamente y de acuerdo al calendario el milenio comienza realmente en 2001, pero a quién le importa, la gente canta, baila, unos festejan por aquí otros por allá, se emborrachan, hay alegría, hay júbilo. Pero no en todos lados.
Justo hace 2 días, es decir el 28 de diciembre de 1999, la NASA acaba de descubrir un asteroide de proporciones gigantescas acercándose. De acuerdo con sus cálculos, el doctor Joseph Viling ha logrado determinar que el objeto proviene de la nube de Oort y está acercándose a la Tierra a cuatrocientos ocho mil kilómetros por hora, es una velocidad monstruosa ahora mismo se encuentra entrando a la órbita de Júpiter, lo que quiere decir que impactará, si, según la ruta hay una posibilidad de impacto del noventa y cinco por ciento, es prácticamente un hecho, y dicho impacto será en aproximadamente sesenta días, es decir, a la vida en la Tierra le quedan dos meses.
Por qué razón, verá usted y si me lo permite le contaré que el meteorito que mató a los dinosaurios, según han estimado los astrónomos tenía aproximadamente once kilómetros de diámetro, este impactaría en la península de lo que hoy se conoce como Yucatán, México; este meteorito ocasionaría un cráter de ciento ochenta kilómetros de diámetro, para que pueda darse una idea, la ciudad de Guatemala mide poco más de eso, doscientos veinte kilómetros, el monstruo que se aproxima es diez veces más grande y no solo eso sino que la velocidad a la que viene no se parece a la de ningún otro asteroide observado, es bestial.
El 1999 JV2, así nombrado de forma oficial, aunque extraoficialmente se le ha llamado Demian, no se olvide que estamos comenzando el año 2000, tiene poco que estuvo muy de moda en el mundo aquel filme de Richard Donner de 1976 llamado “The Omen”, y dada la temática del nuevo milenio y el fin del mundo, las profecías han traído de vuelta a esta película y por esa razón al 1999 JV2 le han llamado Demian de cariño.
Y no es para menos pues el asteroide parece materializar ese miedo, de alguna manera irracional pero muy profundo de la humanidad de que con la llegada del nuevo milenio también vendría el fin del mundo.
Por el momento la orden expresa prohíbe a cualquier trabajador decir algo a la prensa acerca del descubrimiento, todo debe mantenerse en secreto, no se debe arruinar el júbilo ni la algarabía del momento, el mundo al menos por el día de hoy está de fiesta.
A estas alturas debe usted estar pensando, ¡pero este tipo está loco!, si hoy estoy leyendo esto es porque esto que me está contando jamás paso. ¡¿Cómo me dice que un asteroide con dimensiones colosales y velocidad monstruosa iba a destruir la tierra en el año dos mil, si yo ahora mismo lo estoy leyendo?! Ahora mismo seguramente pensará usted que yo justificaré mi texto diciendo que esto ocurrió en un universo alterno o tantas cosas que hoy en día están de moda. Pero no, lo que le estoy narrando sucedió en verdad, y si usted y yo estamos vivos, lo suficientemente vivos como para que a través de esta lectura nos encontremos interactuando es meramente casualidad. Permítame usted proseguir con mi relato, que le aseguro que todas sus dudas quedaran despejadas en un instante.
Pues bien es de esta manera que, mientras toda la gente celebra el doctor Viling y su equipo están pendientes del cielo, llevan ya casi 24 horas trabajando, para ellos no hay año nuevo, no hay fiesta, no pueden despegarse de donde están.
El doctor Viling es un Ingeniero aeroespacial experimentado, además de eso tiene un doctorado en física teórica y otro en energía termo nuclear, nacería en la ciudad de Nueva York en 1955, es decir para este momento tiene cuarenta y cuatro años de edad, habría ido a la universidad de Michigan posteriormente trabajaría para laboratorios Bell, los que desarrollaron el misil balístico, para 1961 sería contratado por la NASA como asistente, trabajaría en el programa Apolo donde sufriría una crisis nerviosa que lo llevaría a separarse temporalmente de aquello, ocupándose entonces de dar cátedra en la escuela de aeronáutica y astronáutica, regresaría hasta 1993 para trabajar en el rediseño de la estación espacial internacional, a partir de ahí trabajaría en el observatorio espacial primero ocupando el cargo de asistente de dirección y para el año 2000, momento en que nos encontramos sería director.
El hombre que le he descrito en el párrafo anterior es un hombre, como usted lo ha podido comprender, bastante preparado y con amplios conocimientos sin embargo, se ve desconcertado, podría decirse descompuesto, el estrés y el desvelo lo están dinamitando.
Son las 5 de madrugada del 1 de enero del año 2000, a la oficina del doctor Viling se presente el general William S. Cohen, secretario de defensa, pero al mismo tiempo viene acompañándolo el director de la central de inteligencia, lo que posteriormente se llamaría CIA y otros dos altos rangos militares.
Como puede imaginarse, cabría esperar de altos mandos militares, es que todo lo quieren arreglar a disparos, así que para no entrar en una larga conversación y a grandes rasgos lo que estos hombres quieren saber es de cuántos megatones tiene que ser el misil para destruir aquello.
El doctor Viling tiene que malabarear un poco con las palabras para explicarles a estos que el asunto no es tan sencillo como en las películas, en primera porque por muy grande que sea la bomba no podrá siquiera partir al asteroide, en segunda por que aún y cuando se pudiera esta no estaría lista a tiempo.
Furioso el secretario Cohen da un manotazo en la mesa -entonces que propone, dejemos la palabrería queremos soluciones-.
Hay un silencio sepulcral por algunos instantes, el doctor Viling no responde, simplemente no tiene nada que decir, intenta pronunciar algunas palabras, pero solo salen sonidos guturales. La realidad es que no hay solución, no hay nada que hacer, la humanidad está condenada, es el fin.
En esas estamos cuando de repente se oye un golpe fuerte, no, no es el secretario, es la puerta que con un estruendoso sonido se abre de par en par para dejar ver a uno de los operadores del satélite, es bajito, muy delgado; el contraste con la gente que hay en ese momento en la habitación es evidente y hace que el operador trastabille un poco al hablar.
-Eh, Ah, doc.. tor tiene que ver esto-.
Que podría ser tan importante como para que en medio de una reunión con el secretario de defensa y el director de la central de inteligencia haya motivado a que el operador irrumpiera de tal manera y con tanta premura.
El doctor Viling tarda unos segundos en reaccionar, pide disculpas a sus interlocutores y sale tras el empleado, la curiosidad puede en el secretario y el director de inteligencia, por lo que, ambos salen detrás del doctor Viling.
-¡¿Qué sucede?!- Pregunta el doctor Viling, -es el asteroide, ha perdido 20% de su masa en apenas unas horas- dice el operador.
-¡imposible! -murmura el doctor Viling.
Acto seguido ordena a un equipo que rectifiquen los cálculos, aquello no es algo normal, para que lo entienda mejor supongamos que usted arroja una piedra contra un cristal, pero a medida que la piedra avanza esta se va haciendo más pequeña, es esto lo que está sucediendo con Demian.
El equipo hace nuevamente los cálculos y el resultado no es solamente que ha perdido masa, sino que la está perdiendo, el asteroide se está desintegrando, y no solo eso, sino que por alguna extraña razón ligada en un primer momento a la gravedad de Júpiter el asteroide se ralentiza.
La observación se mantendría constante hasta el día 4 de enero de año 2000 cuando el asteroide aquel que amenazaba la vida en la tierra no es más que una roca de apenas 500 metros de diámetro que terminaría por impactar contra la luna el 3 de mayo del año 2000.
Y bueno hasta aquí terminó el libro, la humanidad se salvó milagrosamente como en todas las historias, vivimos un día más y todos fuimos felices por siempre.
FIN
Bueno, resulta que no es tan fácil.
Uno pensaría que después de todo aquello el doctor Viling tomaría unas merecidas vacaciones pero no es así, aquel fenómeno lo dejaría muy consternado, no es algo normal que un asteroide desaparezca de la nada cuando el cuerpo más cercano era el planeta Júpiter que si bien pudo haber influido con su gravedad ralentizando en asteroide, esto no explicaría ni le lejos el por qué se desintegró, definitivamente algo debió haber pasado, algún fenómeno aún desconocido para la ciencia, algo que tal vez haya estado sucediendo durante siglos y no nos hemos dado cuenta.
Esto llevaría al doctor Viling a encausar una investigación que duraría varios años, durante esos años viajaría por distintas partes del mundo y se involucraría muy de cerca con distintos investigadores para intercambiar conocimiento.
Una de las colaboraciones que más influyeron se daría precisamente en México hacia el año 2005 con un físico termonuclear llamado Arturo Menchaca, fundador de la División de Física Nuclear de la Sociedad Mexicana de Física y en aquel entonces director del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En aquel entonces el doctor Menchaca investigaba acerca de las reacciones termonucleares que suceden en el interior de las estrellas, y por esta razón la visita del doctor Viling vendría excelente a su proyecto.
Verá usted, una reacción termonuclear es un proceso que libera una gran cantidad de energía, sea esta en forma de radiación, o en forma de partículas, existen dos tipos, por un lado están las de fisión nuclear que son aquellas en las que los átomos se destruyen y estas son las que conocemos aquí en la Tierra en las plantas nucleares, y por otro está un tipo de reacción termonuclear más rara y difícil de conseguir, la fusión nuclear que es cuando los átomos se juntan para formar nuevos átomos más pesados, y es justamente este tipo de reacciones las que suceden en el interior de las estrellas y las que han dado origen a nuestro mundo.
Cada vez se torna esto más extraño así que le pido que no pierda de vista ningún detalle, hemos partido de un asteroide apocalíptico que viene a destruir la Tierra y que milagrosamente por causa de una fuerza desconocida se desintegra y ahora estamos hurgando en el centro de las estrellas haber que nos encontramos.
Cualquier persona común como usted y como yo habría quedado satisfecha y habría dicho que fue la intervención divina la que nos salvó de la hecatombe, pero el doctor Viling no quita el dedo del renglón, estaría unos cuantos años más yendo de aquí para allá, trabajo con científicos de gran renombre como Hawking. No despegaría el dedo del renglón, se había convertido en una verdadera obsesión, y sobre todo no deja de observar hacia aquella gigante gaseosa que tiene una hermosa y aterradora mancha roja y que hemos bautizado con el nombre de Júpiter, con la esperanza de ver otra vez ese fenómeno o cuando menos de encontrarle alguna explicación lógica, y es justamente en algún momento del año 2016 a los 61 años de edad cuando en lo que pareciera ser una imitación de Arquímedes de Siracusa grita -¡EUREKA! Misterio resuelto.