“Somos una imposibilidad en un universo imposible”. —Ray Bradbury
Paralelamente, mientras que aquel 1 de enero del año 2000 el doctor Viling, hacia lo posible por explicar la situación del planeta al iracundo secretario de defensa de los Estados Unidos de Norteamérica.
En un observatorio de Rusia se encontraba el astrónomo Nikolái Chernyj en una situación igual de comprometida.
Nikolái Chernyj habría nacido el 6 de octubre del año 1931 en la ciudad de Usmán, proveniente de una familia humilde, en 1954 serviría al ejército poco después conseguiría un permiso para estudiar en el Instituto Pedagógico de Irkutsk, donde conocería a Liudmila Ivannova, una mujer encantadora, de la que se enamora y a partir de entonces serían inseparables.
Ambos, siendo aún estudiantes pasarían a integrarse al equipo del Instituto Central de Investigación de Mediciones Físicas y Técnicas, aquí realizarían estudios sobre las estrellas y se convertirían en los primeros en implementar la escala de Danjon.
Para usted querido lector, dando por sentado que si ha llegado hasta aquí es porque le apasionan los temas del espacio tanto como a mí, debo explicarle que la escala de Danjon en aquel momento era algo novedoso, esta permitía medir el oscurecimiento de un eclipse lunar mediante técnicas de refracción, a primera vista no suena tan importante pero, permítame decirle que gracias a este descubrimiento es que ahora se puede medir con exactitud la distancia que hay entre nuestra Tierra y cualquier otro cuerpo celeste, utilizando este fundamento; es decir, pensemos en un planeta que está en otro sistema estelar, en algún momento este pasará interponiéndose entre la vista del astrónomo y su estrella, en ese momento de acuerdo al nivel de refracción de la luz, y al tiempo se puede determinar la distancia.
Después de este breve paréntesis permítame proseguir con la historia.
Hacia el año de 1961, Nikolái y Liudmila, se gradúan del Instituto de Astronomía Teórica con honores, posteriormente se casarían y tendrían una bebita para el año 1963 son admitidos con el rol de asistentes en el Observatorio Astrofísico de Crimea, tome nota, porque Nikolái se convertiría en el director científico y metodológico de este observatorio, nombrando a su esposa Liudmila como jefa del grupo Crimea.
El grupo Crimea, tiene una sola tarea, encontrar asteroides, para el año 1999 Nikolái y su esposa son veteranos en esta tarea, han descubierto más de 1200 asteroides, han publicado juntos más de 200 artículos, si fueran soldados serían veteranos de guerra.
No pierda de vista que Nikolái tiene sesenta y ocho años, su esposa debe rondar la misma edad, pero ambos siguen activos y vigentes, y el día 28 de diciembre de 1999 aproximadamente a las 4 de la tarde el Observatorio Astrofísico de Crimea recibe una llamada, es de la NASA, acaban de descubrir un asteroide cerca de la órbita de Júpiter.
La comunicación es áspera, siguen abiertas las heridas de la guerra fría, pero tratándose de una emergencia mundial es obligación de la NASA notificar a todos los observatorios del mundo para que estén atentos.
De tal manera que aquella tarde del 1 de enero del año 2000, están ahí Nikolái y su esposa en constante comunicación con la NASA para seguir la trayectoria del monstruo que viene hacia acá y que amenaza con impactarnos.
La situación es un tanto distinta, aquí los festejos llevan más de doce horas que se han acabado, la gente ahora esta encerrada en sus casas, no hay visitas por parte del gobierno ruso, solo algunas llamadas para pedir información y eso es todo, -avísenos si algo cambia- y cuelga.
En gran contraste con la NASA aquí todo trascurre en calma, no hay tensión a pesar de que los cálculos son muy similares, a pesar de que saben lo que va a ocurrir, todos es tan atentos y expectantes, no gritos, no golpes en la mesa ni portazos, todo esta quieto, como si el tiempo no existiera.
Es una sensación extraña, es casi como si no hubiera nadie, salvo por algunas voces que se pierden en el vacío, casi murmullos, todo es absoluto silencio, pero no es ese silencio incómodo que se siente al no tener que decir, más bien es el silencio de la abstracción, el silencio que se puede experimentar durante la meditación.
De repente esa aparente calma se vería abruptamente cortada dando paso a la tempestad del desconcierto, -Lo vieron- alguien grita desde el lado derecho, pero su respuesta no llega, se pierde entre un tumulto de palabras que nadie entiende, todos quieren hablar al mismo tiempo.
Suena el teléfono, ¡es la NASA!, quieren corroborar si lo que están viendo en sus telescopios es correcto o si solo es una ilusión por alguna aberración cromática, el meteoro, el 1999-JV2 o Demian como le llamaban los americanos ha cambiado drásticamente de tamaño.
Nikolái esta mudo, todos están en tumulto, pero él esta mudo, no habla, es su esposa quien atiende la llamada y también quien intenta calmar al grupo, no es muy numeroso, apenas son unas diez personas, pero aquello suena como si hubiera miles.
Nikolái rompe el silencio, -Recalibren-, todos los miran con asombro -recalibren he dicho-, replica. En seguida algunos asistentes se ponen manos a la obra.
En la jerga técnica, y hablando específicamente de un telescopio, recalibrar significa, reiniciar la posición de las lentes y a partir de ahí comenzar a mover la distancia entre estas para obtener una imagen nítida.
En un telescopio de bolsillo, esta acción se lleva a cabo en unos cuantos minutos, movemos un tornillo por aquí otro por allá y ya quedo; pero estamos hablando de un telescopio astronómico en el cual el movimiento de las lentes puede tardar mucho tiempo, estamos hablando de unas cuantas horas.
Y en un momento en el que mientras para el doctor Viling es crucial no despegar los ojos de los monitores, Nikolái ha dicho “recalibren”.
Desde luego esto desconcierta mucho a todos incluyendo a su esposa, pero nadie se atreve a cuestionar la orden que han recibido, recalibran el telescopio y cuando vuelve la imagen el meteoro ha perdido más masa.
Nikolái toma algunas anotaciones y se va.
Como ya lo he mencionado antes en cuestión de días el meteoro a desaparecido, a diferencia de Viling, Nikolái tiene una teoría y esta fervientemente convencido de ella. De hecho, apenas tres meses después convoca a varios colegas, más o menos una treintena acepta la invitación y habla abiertamente sin temor, sabiendo que muchos van a criticarlo. Pero él no tiene empacho en mencionar dos palabras, solo dos.
Dos palabras que en boca de usted y de mí no tendrían ningún sentido, pero en boca de alguien con ese nivel y ese prestigio son una bomba de magnitud colosal, dos palabras: vida alienígena.
Obviamente la sala se desquicia por completo y comienza un acalorado debate que duraría aproximadamente unas siete horas. Recuerde usted que estamos en el año 2000, si bien se teoriza desde los años setenta con la presencia de vida extraterrestre, no es muy aceptado en la comunidad científica hablar abiertamente de ello, más bien es materia de los programas de entretenimiento y algunos teóricos de la conspiración que muchas veces tienen ideas radicales y tergiversadas de la realidad.
Pero Nikolái está convencido, para él no hay otra explicación, hay una r**a alienígena que también se sintió amenazada por aquel objeto y lo ha desintegrado haciendo gala de una tecnología asombrosa desconocida para el ser humano.
Nikolái escribiría un artículo al respecto, pero pasaría desapercibido por casi todos, la razón es simple, ningún gobierno de ningún país quiere darle cobertura a ese tema, por el contrario, quieren que se olvide y negar que ese meteorito alguna vez existiera, la opinión pública es importante.
Pero hay ciertas personas para las que no pasaría por alto el artículo.
Primeramente, casi a finales del año 2000 recibiría la visita del doctor Viling, el cual dentro de su investigación no descartaría ninguna posible explicación y se reuniría con él, trabajaría durante un par de semanas en algunas observaciones sobre el planeta Júpiter.
Viling llegaría a reconocer que la explicación proporcionada por Nikolái es bastante consistente, pero al mismo tiempo deja muchos huecos, el primero y más evidente es que tipo de tecnología puede destruir un meteorito de semejante magnitud, debe ser un arma ultra poderosa, capaz incluso de destruir un planeta.
Y, tal vez se podría teorizar una r**a que no viviera en un planeta sino en el vacío del espacio o en su defecto una r**a con la suficiente elevación y conciencia espiritual para no autodestruirse.
Para efectos prácticos tenemos la creciente tensión en que vive la humanidad desde los sucesos de Hiroshima y Nagasaki, en cualquier momento a este no le gusta el grano en la nariz de aquel y sueltan los misiles, las bombas y tenemos un hermoso apocalipsis nuclear en donde todos seremos arrasados por el calor provocado por el sobrecalentamiento planetario, seguido de una era de hielo que seguramente acabaría con los pocos supervivientes; imagínese entonces, ¿Qué pasaría si la r**a humana tuviera una tecnología de tales dimensiones?
Luego entonces quedaría por contestar otra pregunta, si la materia no puede crearse y sobre todo no puede destruirse ¿En que se ha transformado todo aquello?, ¿Dónde se ha almacenado? ¿regresará? y ¿En qué forma?
Así que, para el doctor Viling la explicación no es del todo satisfactoria.
Recuerde que le dije que aquel artículo de Nikolái no pasaría desapercibido para algunas personas y de buenas a primeras un día del año 2001, Nikolái recibe la visita de unos hombre misteriosos, no vienen uniformados, pero si vienen armados, claramente son del gobierno pero no se identifican, irrumpen en el observatorio, van directos a la oficina de Nikolái y a la de su esposa confiscan equipo, materiales, todo aquello que pueda almacenar información, se llevan documentos, lo mismo ocurre en su casa al mismo tiempo.
Nikolái y Liudmila, quedarían devastados, han perdido el trabajo de su vida, para colmo han congelado sus cuentas y se han llevado la caja fuerte de la casa, no tienen dinero, por órdenes de “arriba” serían destituidos de sus cargos, ella moriría apenas unos meses después, no ha soportado aquello, ha sido demasiado.
Nikolái, por otra parte, seguiría moviéndose en los círculos más bajos de la ciencia, entre los teóricos del fenómeno ovni llevándolos de primera mano aquella historia del meteorito ese gigante y como iba a impactar la Tierra y una r**a alienígena con una tecnología sumamente avanzado nos ha salvado, pero Nikolái ya no estaba en sus cabales, la historia fue tomando tintes cada vez más surrealistas en donde aparecían naves espaciales y una guerra intergaláctica de proporciones bíblicas, estoy muy seguro de que usted, estimado lector le hubiera encantado estar ahí para escuchas aquella historia que se tornaba en poesía para los amantes de la ciencia ficción y en pasto para los más acérrimos seguidores de los teóricos de la conspiración.
La verdad es que hubo un momento en que todo mundo comenzó a ignorarlo, pues siempre contaba lo mismo una y otra vez, si, como ya lo he dicho había ciertas variaciones en su narrativa, pero escuchar la misma historia tantas veces puede tornarse en algo agotador.
Para los nietos el abuelo era una carga, casi no iban a visitarlo, lo consideraban un lunático.
Dejaré a su entendimiento si usted cree que Nikolái de repente un día tuvo un último momento de claridad en su mente o si solo llego a la cúspide la locura, pero la madrugada del 20 de febrero de 2004, fue directo hacia un viejo establo, tomo una soga de los caballos que yacían ahí y se internó en el bosque, cinco días después lo encontrarían colgado y en estado de putrefacción, la gente de la comunidad se encargaría de darle sepultura.
Durante los meses siguientes la familia vendería la propiedad que era lo único de valor y desaparecerían de la escena pública, nadie nunca reclamaría por los trabajos hurtados de la oficina de Nikolái y su esposa y poco a poco esa historia del meteorito y los hombres verdes que volaban con sus naves espaciales se fue diluyendo.
Hoy la información al respecto es escasa y confusa, se sabe de la teoría de Nikolái por lo que muchos de sus contemporáneos incluido el doctor Viling escribirían más adelante, se sabe lo que les pasó porque hubo numerosos testigos que lo presenciaron, pero fuera de eso no existe evidencia de documento alguno escrito por Nikolái que avale que alguna vez él observó a ese meteorito desintegrarse.